Los Yankees ejecutan una remontada épica para mantenerse con vida

La Noche en que el Yankee Stadium Recobró el Aliento

En mis muchos años siguiendo la postemporada, he visto equipos doblarse bajo presión y otros encontrar una fibra de coraje que ni ellos mismos sabían que tenían. Lo que vivimos anoche en el Bronx fue un claro ejemplo de lo segundo. Cuando todo parecía perdido, con un déficit de cinco carreras y la amenaza de la barrida acechando, los Yankees de Nueva York sacaron a relucir el carácter que forja las leyendas.

Aaron Judge de los Yankees conecta un jonrón de tres carreras ante los Azulejos en el tercer partido de la Serie Divisional de la Liga Americana, en Nueva York.

La lección más valiosa que me ha dejado el béisbol es que el momentum puede cambiar con un solo swing. Y vaya si Aaron Judge nos dio una masterclass. Su cuadrangular de tres carreras no solo empató el marcador, sino que electrificó a todo el estadio y, lo más importante, le arrebató el alma al equipo contrario. He comprobado una y otra vez que en octubre, más que talento, se necesita temple. Y Judge lo demostró de manera contundente, silenciando a quienes cuestionan su producción en la postemporada con una línea de bateo impresionante: 4-3, con boleto intencional y tres anotaciones.

Pero una anécdota que siempre repito a los más jóvenes es que los partidos no los gana una sola estrella, sino los detalles. Los Yankees no solo capitalizaron los dos costosos errores de Toronto; los explotaron con una ferocidad que recuerda a los equipos campeones. Anotar ocho carreras consecutivas no es casualidad; es una demostración de hambre y de una mentalidad que se niega a morir.

Esta remontada, la más grande de la franquicia en un juego de eliminación, no es solo una estadística. Es un parteaguas. Equipos que sobreviven a este tipo de pruebas adquieren una confianza que es imparable. Ahora, con la serie 2-1, el partido de esta noche no es solo otro juego; es una batalla por el alma de esta eliminatoria. Los Azulejos, por su parte, deben aprender la dura lección de que en la postemporada, ningún lead es seguro hasta que se apague el último out.

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