Matamoros, Tam. — En la explanada de Plaza Fiesta, las voces de María Luisa y su hijo Barak se entrelazan en un canto lleno de fe y esperanza. Juntos interpretan alabanzas a Dios, con las que buscan reunir un ingreso extra para cubrir los gastos del hogar y el pago de la renta.
María Luisa trabaja por las mañanas, pero su sueldo no es suficiente para cubrir todas las necesidades de su familia. Es madre de dos hijos, y aunque se esfuerza cada día, reconoce que la situación económica la ha llevado a buscar otras formas de obtener recursos.
Por su parte, Barak, de 13 años, estudia en una secundaria técnica y mantiene un excelente promedio escolar. Cada tarde, después de cumplir con sus tareas, acompaña a su madre a cantar, motivado por el deseo de ayudarla y aliviar un poco la carga familiar.
A veces también se suben a los camiones del transporte público, donde su voz y actitud positiva logran emocionar a los pasajeros. Su mensaje es simple pero poderoso: con fe, trabajo y unidad familiar, siempre hay una manera de salir adelante.
Entre notas y sonrisas, María Luisa y Barak se han ganado el cariño de quienes los escuchan. Su historia refleja el esfuerzo diario de muchas familias matamorenses que, con amor y determinación, enfrentan la vida con esperanza y gratitud.















