Desde mi experiencia en el análisis de seguridad, he visto cómo los operativos coordinados marcan la diferencia. La reciente detención de once presuntos integrantes de la facción de Los Chapitos en Sinaloa no es una mera estadística; es el resultado de un trabajo de inteligencia meticuloso y una lección aprendida tras años de confrontar al crimen organizado. Recuerdo operativos anteriores donde la falta de coordinación permitía fugas, pero esta acción conjunta entre la Marina y la SSPC muestra una evolución táctica crucial.
En Navolato, la captura de tres individuos en la localidad de Las Trancas, con tres fusiles, 19 cargadores y chalecos antibalas, refleja un patrón que he observado repetidamente: las células operan con un despliegue logístico modesto pero letal. El verdadero golpe, sin embargo, se dio con la detención de otros ocho sujetos en el mismo municipio. El aseguramiento de diez armas de fuego, municiones, equipo táctico y seis vehículos evidencia un nivel de operación más sofisticado, destinado al control territorial. He aprendido que incautar estos vehículos, esenciales para su movilidad, es tan crítico como detener a las personas.
La intervención en Concordia subraya la peligrosa innovación del enemigo. La localización de 23 artefactos explosivos improvisados y dos granadas no es algo que se tome a la ligera. En mis años en el campo, he visto cómo estos dispositivos caseros, aunque rudimentarios, representan una escalada en la violencia y un riesgo enorme para las fuerzas federales y la población civil. El hallazgo de un vehículo con blindaje artesanal confirma la adaptabilidad y los recursos de estos grupos.
Finalmente, los aseguramientos paralelos en Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, Guerrero, con tres detenidos y seis vehículos recuperados, confirman una estrategia nacional de desarticulación. La experiencia me ha enseñado que lo que funciona es la presión constante y simultánea en múltiples plazas, evitando que el crimen se reorganice. Más allá de las teorías, la práctica demuestra que cada arma larga asegurada es una vida potencialmente salvada, y cada detención, un paso hacia la recuperación del territorio.