Pachuca decide la salida de Jaime Lozano

En este oficio de entrenador, he aprendido que los ciclos a veces terminan de la manera más abrupta, justo cuando crees que estás a punto de demostrar tu valía. La noticia de la salida de Jaime Lozano del Pachuca me trae a la memoria mi propia experiencia; la sensación de tener todo preparado para un partido crucial y, de repente, quedarte fuera del juego. No es solo un cambio en la banca, es un terremoto personal y profesional.

Lozano, quien asumió el timón del equipo hidalguense con el complejo mandato de suceder a una figura como Guillermo Almada, se despide en el momento de mayor presión: a escasas horas del duelo de Play-In del Apertura 2025 contra los Pumas de la UNAM. He vivido esa tensión en carne propia y puedo decirles que, más allá de la teoría de los proyectos a largo plazo, la realidad del fútbol mexicano exige resultados inmediatos. La paciencia es un lujo que pocos directivos pueden permitirse, especialmente con un encuentro clasificatorio en el horizonte. Esta decisión refleja la cruda naturaleza de nuestra profesión, donde el plan a menudo se sacrifica en el altar del resultado inmediato.

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