Una Respuesta a Prueba de Experiencia
Tras décadas en el sector, he aprendido que la verdadera prueba para una empresa petrolera no es evitar los incidentes, que en un sistema tan complejo a veces son inevitables, sino la capacidad de respuesta inmediata y efectiva. El derrame en el oleoducto Poza Rica-Madero en Álamo, Veracruz, activó uno de esos protocolos que solo la experiencia en campo puede pulir. Las cifras, como los 1.46 millones de litros recuperados, hablan de un volumen considerable, pero lo que realmente define el éxito es la logística desplegada en terreno.
Lecciones Aprendidas en la Contención
La teoría nos dice que contengamos el derrame; la práctica, ganada a pulso en situaciones similares, nos enseña que hay que anticipar su camino. No basta con actuar en el Punto Cero. Instalar 94 barreras marinas y 500 cordones oleofílicos en puntos críticos como el río Pantepec y el arroyo Citlaltepetl es una lección aplicada: el hidrocarburo viaja, y tu operativo debe adelantarse. La coordinación con la Semar y la ASEA, con esos 755 trabajadores y equipos especializados como los skimmers, refleja una sinergia que solo se consolida en la adversidad.
El Componente Humano: Ir Más Allá del Manual
Un principio que he defendido siempre es que una crisis ambiental es, ante todo, una crisis social. Los números de despensas y agua entregados son necesarios, pero el diálogo constante con las comunidades es el activo intangible que no aparece en los reportes. Restablecer al 100% la operación de la bocatoma de agua en El Xúchitl no es solo una tarea técnica completada; es devolver la normalidad a la vida de las personas, una lección de humildad y responsabilidad que marca la diferencia entre una empresa y una institución confiable.
Queda la reflexión de siempre: determinar el volumen total del derrame es crucial para la transparencia y para mejorar los protocolos. La experiencia nos dicta que esa respuesta, aunque compleja, es fundamental para cerrar el ciclo de manera íntegra y seguir construyendo confianza.
