Una batalla que conocemos: la prevención como pilar fundamental
Desde mi experiencia en el análisis de políticas públicas, he visto surgir y desaparecer muchas iniciativas. La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo acaba de anunciar algo que, en la práctica, es crucial: una campaña gubernamental contra las metanfetaminas, paralela a la ya existente contra el fentanilo.
Su declaración no es un simple anuncio. Es el reconocimiento tácito de una realidad epidemiológica que los especialistas conocemos desde hace tiempo. Las metanfetaminas tienen una penetración social en México mucho mayor de lo que se cree públicamente. He visitado comunidades donde el ‘cristal’ es el fantasma que recorre las calles, un problema que precede y, en muchos casos, supera en escala al propio fentanilo.
Más allá de la prohibición: la lección aprendida
La mandataria no se limitó a hablar de operativos o decomisos. Aquí es donde reside la lección clave, aprendida a fuerza de ver fracasar enfoques puramente represivos. Sheinbaum conectó la lucha contra las drogas con una estrategia de fondo: el fortalecimiento del tejido social. Mencionó becas, apoyos a la juventud y la creación de empleos dignos. En mi trayectoria, he comprobado que sin estas piezas, cualquier campaña de concientización es como regar el desierto. Un joven con un proyecto de vida y un salario que le permita vivir con decencia tiene un antídoto poderoso contra la seducción de los grupos delictivos.
“Además de todo lo que existe, tenemos que darle más a los jóvenes”, dijo. Esa frase encierra una verdad profunda. Los programas asistenciales son el piso, no el techo. La verdadera prevención comienza mucho antes, en las escuelas, en los espacios de recreación, en la certeza de un futuro. Las llamadas “jornadas de paz” del Instituto de la Juventud, si están bien estructuradas y llegan a donde deben, pueden ser esa semilla de disuasión temprana.
Lo que se avecina es un desafío monumental. Una campaña contra una droga de consumo tan extendido como las metanfetaminas requiere una precisión quirúrgica en el mensaje y una red de apoyo social sólida. No basta con decir “no consumas”; hay que ofrecer algo a cambio, una alternativa tangible. La credibilidad de esta estrategia no se medirá por sus anuncios, sino por su capacidad constante para generar esas oportunidades reales que, en última instancia, son el mejor escudo contra las adicciones y la delincuencia.















