Sheinbaum y Carney celebran el arte de hablar sin decir nada

En un despliegue de diplomacia que solo rivaliza con la intensidad de un mensaje de WhatsApp olvidado, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el primer ministro canadiense Mark Carney protagonizaron lo que los comunicados oficiales describen como una “histórica” conversación telefónica. Según fuentes gubernamentales (es decir, un tuit escrito por un becario a las 3 AM), los líderes discutieron “asuntos prioritarios”, lo que en lenguaje mortal se traduce como: “hablamos de seguir hablando”.

El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales, ese pacto neocolonial donde los jornaleros mexicanos cosechan lo que nunca podrán comprar, fue “fortalecido” con la misma contundencia con que un político promete acabar con la corrupción. Mientras tanto, el T-MEC, ese tratado que las automotrices aman y los obreros detestan, recibió su dosis ritual de elogios vacíos, como si repetir “competitividad” tres veces frente a un espejo pudiera materializar empleos dignos.

El momento más surrealista llegó cuando Sheinbaum felicitó a Carney por “la ratificación de su mandato”, un eufemismo elegante para decir: “celebro que tu sistema político también simule democracia”. La llamada, según insiders, terminó con ambos líderes riendo de buena gana… o quizá era el eco de sus electores llorando.

En resumen: dos gobernantes demostraron que, en la era de la posverdad, lo importante no es resolver problemas, sino posar para el titular perfecto entre fotos de archivo y frases hechas. ¿El verdadero acuerdo bilateral? Mantener la farsa de que estas pantomimas telefónicas cambian algo más que el contador de minutos de sus asesores.