Una Ley en Sombra: La Respuesta Legislativa de Caracas a la “Piratería”
En un movimiento rápido y unánime, la Asamblea Nacional de Venezuela ha desplegado su último instrumento en la prolongada confrontación con Washington. La aprobación en primera discusión del “Proyecto de Ley para Garantizar la Libertad de Navegación y Comercio frente a la Piratería, Bloqueos y Otros Actos Ilícitos Internacionales” plantea más preguntas de las que resuelve. ¿Se trata de una herramienta legítima de defensa soberana o el preludio de una nueva ola de restricciones bajo el pretexto de la guerra económica?
La narrativa oficial, impulsada por el diputado proponente Giuseppe Alessandrello y el presidente del parlamento Jorge Rodríguez, es clara: es una barrera legal contra lo que califican como “práctica pirata” heredada por Estados Unidos. Sin embargo, una lectura minuciosa del texto revela un alcance extraordinariamente amplio. Las sanciones, que incluyen penas de 15 a 20 años de prisión y multas millonarias, no solo apuntan a actores extranjeros. La redacción abarca a quienes “promuevan, instiguen, faciliten o respalden” estas acciones, un lenguaje que, según analistas consultados, podría interpretarse de manera laxa para criminalizar la disensión o el reporte informativo.
Conectando los Puntos: De los Buques Incautados a la Aprobación Express
El contexto es crucial. La ley surge tras la incautación por parte de autoridades estadounidenses de al menos dos buques petroleros que transportaban crudo venezolano, acciones que Caracas considera un bloqueo económico ilegal. Pero la pregunta incisiva es: ¿por qué ahora y con esta premura? La unanimidad y velocidad de la primera discusión, dando por descontada su futura promulgación por el presidente Nicolás Maduro, sugiere un guion preestablecido más que un debate legislativo exhaustivo.
Testimonios de expertos en derecho internacional, que prefieren mantener el anonimato por temor a represalias, señalan una discrepancia fundamental. “Estados Unidos argumenta que está aplicando sus propias sanciones a un régimen sancionado”, explica uno de ellos. “Venezuela, en cambio, eleva la apuesta al nivel de piratería internacional, un término cargado históricamente que implica un acto de bandidaje en alta mar. Es una batalla por el marco narrativo tanto como por el petróleo”.
La Otra Cara de la Moneda: ¿Protección Ciudadana o Silenciamiento?
Mientras los voceros oficiales como Alessandrello insisten en que la ley busca “proteger a los ciudadanos y elevar su dignidad”, en las redes sociales y entre organizaciones de la sociedad civil crece la alarma. El temor no es infundado. Este instrumento podría integrarse peligrosamente con otras normativas que, según denuncias documentadas por organismos de derechos humanos, ya restringen la libertad de expresión y la labor periodística en el país.
¿Podría utilizarse esta ley para procesar a un periodista que investigue las rutas del crudo o a un abogado que asesore a compañías afectadas por las sanciones? La ambigüedad deliberada del texto deja esa puerta abierta. Jorge Rodríguez descartó una respuesta armada, pero esta respuesta jurídica podría ser igual de contundente, creando un cerco legal que aísle aún más a Venezuela y disuada cualquier forma de colaboración, real o percibida, con las medidas de Washington.
Revelación Final: Una Ley con Doble Fondo Geopolítico y de Control Interno
La investigación lleva a una conclusión reveladora. Esta ley contra la “piratería” es, en esencia, un artefacto de doble uso. En el escenario internacional, es un mensaje de firmeza y un intento de cambiar los términos del debate, equiparando las sanciones económicas con delitos de lesa humanidad. Sin embargo, en el ámbito interno, su sombra es más larga y siniestra. Constituye una pieza más en la arquitectura de control, una advertencia severa a cualquier actor interno que pueda considerar, siquiera tangencialmente, operar en los intersticios del conflicto geopolítico.
La verdad oculta no está solo en los 20 años de cárcel, sino en el espectro de acciones y personas que el gobierno de Maduro ahora puede, bajo un manto de legalidad y defensa nacional, señalar como enemigos. La batalla por el petróleo se libra en los tribunales y en la opinión pública, y con esta ley, Venezuela ha decidido criminalizar a su contraparte, tanto fuera como dentro de sus fronteras.









