Adán Augusto López desmiente vínculos con concesionario de muelle de huachicol

Con la serenidad que dan los años en la vida pública, he visto cómo se tejen y destejen acusaciones en el ámbito político. La más reciente, que involucra al coordinador de Morena en el Senado, Adán Augusto López, me trae a la memoria incontables casos donde las apariencias y los intereses creados nublan la verdad. La organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad ha puesto el foco en una investigación de alto calado: la concesión del muelle fiscal 289 en Tampico, un punto neurálgico para el desembarco de combustible de contrabando, apuntando a un vínculo con el legislador.

En mi experiencia, cuando un político emite un comunicado negando de manera categórica cualquier tipo de relación, como ha hecho López al desvincularse del empresario Saúl Vera Ochoa, es el momento de escudriñar no solo lo dicho, sino también lo omitido. He aprendido que en estos laberintos de poder, las negativas públicas son solo la punta del iceberg de una batalla mucho más compleja que se libra en los pasillos.

López tilda los señalamientos de una campaña de desinformación, una estrategia que, les digo por experiencia, es un arma de doble filo. Quienes llevamos décadas observando la transformación de México sabemos que desacreditar mediante rumores es una práctica tan vieja como la política misma. Sin embargo, la credibilidad no se gana con declaraciones, sino con una trayectoria intachable y hechos comprobables.

El giro maestro, y aquí reconozco la astucia de un veterano, fue redirigir la atención hacia los vínculos pasados de Saúl Vera durante el sexenio de Felipe Calderón, señalando su sociedad con José Luis Luege Tamargo. Es una jugada clásica: cambiar el marco de la conversación para hablar de las complicidades del viejo régimen. He visto cómo este recurso puede ser efectivo, pero también cómo puede revelar una profunda polarización que impide abordar el fondo del asunto: la opacidad en las concesiones públicas.

La investigación periodística, basada en un expediente judicial y el testimonio de un testigo protegido de la FGR, el Capitán Alejandro Torres Joaquín, es contundente. Los buques con huachicol arribaban a un muelle concesionado a un empresario tabasqueño cercano a la cúpula de la 4T y presunto impulsor de la precandidatura de López. En mis años, he aprendido que donde hay humo, suele haber fuego, y las pesquisas judiciales suelen ser el mejor detector de incendios. La verdad, al final, siempre se abre paso, aunque a veces tarde más de lo que nos gustaría.

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