La nueva cara de un viejo conocido: la estafa
Llevo años analizando tendencias de ciberseguridad, y déjenme decirles que este repentino aumento de llamadas con clave lada internacional no me sorprende; me preocupa. Es la evolución natural del fraude telefónico, un viejo conocido que se viste con ropajes nuevos. Recuerdo cuando las estafas eran más burdas, pero hoy la sofisticación es mayor. El patrón es claro: aprovechan la expectativa de un empleo, un anhelo legítimo, para pescar incautos.
Estas llamadas, que reportan provenir de estados como Ohio o Florida, tienen una mecánica que he visto repetirse. No es casualidad que muchos las asocien con eventos masivos como el simulacro nacional; los estafadores buscan momentos de distracción colectiva. La grabación de voz que menciona “su currículum ha sido recibido” es un señuelo diseñado para generar una falsa sensación de legitimidad. En mi experiencia, la urgencia por contactar por WhatsApp es la primera bandera roja. Una empresa seria jamás opera así.
Lecciones aprendidas a las malas
He aconsejado a víctimas de estos fraudes y la lección más dura es siempre la misma: la desesperación nubla el juicio. Los estafadores no venden por teléfono; venden una esperanza. Cuando te prometen un empleo en el extranjero sin una entrevista formal, es una fantasía, no una oportunidad. El pedido de un “pago inicial” es la trampa final. Les doy un consejo que vale oro: si suena demasiado bueno para ser verdad, es porque no es verdad.
Las recomendaciones del C5 son acertadas, pero van más allá de una lista. Bloquear un número es técnico; desarrollar un escepticismo saludable es cultural. No se trata de vivir con miedo, sino con atención. Proteger las contraseñas y actualizar el antivirus es la base, pero la verdadera defensa está entre las orejas: desconfiar de lo no solicitado. El enlace que no abriste hoy es el problema que evitarás mañana. La ciberseguridad, al final, es sentido común aplicado con disciplina.