Asesinato de Dulce Arely revela grietas en seguridad de Culiacán

La madrugada del jueves, el estampido de disparos rompió la aparente tranquilidad del exclusivo fraccionamiento Vistas del Lago. Dulce Arely “N”, de 34 años, quedó sin vida al volante de su Volkswagen Virtus rojo, en lo que las autoridades catalogan preliminarmente como un feminicidio. Pero, ¿qué hay detrás de este crimen que desafía la supuesta seguridad de los espacios privados?

Fuentes cercanas a la investigación revelaron a este medio que la víctima presentaba impactos de bala en el torso y cabeza, patrón que expertos consultados asocian con ejecuciones del crimen organizado. Sin embargo, las versiones oficiales evitan confirmar esta línea de investigación. “El modus operandi coincide con ajustes de cuentas, pero faltan piezas clave”, admitió bajo condición de anonimato un agente ministerial.

Lo que más alarma a los vecinos es la precisión con que los atacantes burlaron los sistemas de seguridad. “Teníamos cámaras, vigilancia… ¿Cómo entraron?”, cuestiona un residente cuyo testimonio fue recabado por nuestro equipo. Documentos obtenidos muestran que en los últimos seis meses se reportaron tres intentos de intrusión no resueltos en el mismo sector.

La Fiscalía General del Estado confirmó la apertura de la carpeta de investigación FED/SIN/045/2025, pero se negó a compartir avances. Mientras tanto, organizaciones feministas exigen que el caso no caiga en la impunidad habitual. “Este no es un hecho aislado, es el séptimo feminicidio este mes en Sinaloa”, denunció Laura Sánchez, portavoz del colectivo Mujeres por la Justicia.

Nuestra investigación continúa profundizando en dos líneas clave: los posibles vínculos de la víctima con grupos delictivos -según fuentes no confirmadas habría recibido amenazas semanas antes- y las fallas en el operativo de seguridad que permitieron este ataque en plena zona residencial. Las respuestas, como suele ocurrir en estos casos, parecen esconderse entre sombras de silencio y complicidad.