Nacional
Asesinato de exalcalde y exregidor en Veracruz conmociona al ámbito político
Un ataque armado en plena campaña electoral enciende las alarmas sobre la violencia en la región.

Xalapa, Veracruz.— La violencia política en México volvió a cobrar vidas. Esteban Alfonseca Salazar, exalcalde de Actopan por el PRI, y Edmundo Martínez Pérez, quien fungió como regidor durante su administración, fueron emboscados en la carretera Santa Rosa-Actopan, al sureste de Veracruz. Este crimen no solo enluta a sus familias, sino que evidencia un patrón recurrente: los ataques contra exfuncionarios en contextos electorales.
Según testimonios de autoridades locales, el ataque ocurrió cerca de la medianoche del lunes en un tramo solitario entre Mozomboa y Santa Rosa, zona conocida por disputas territoriales entre grupos criminales. Ambos regresaban de un evento de campaña de Eduardo Utrera Carreto, candidato de Morena a la alcaldía, lo que plantea interrogantes sobre posibles motivaciones políticas.
Alfonseca, quien gobernó Actopan de 2014 a 2017, había transitado del PRI a Morena en años recientes. Su apoyo a Rocío Nahle en la pasada contienda por la gubernatura y su vinculación con el sector cañero —una industria con históricos conflictos en la región— añaden capas de complejidad al caso. Como he visto en coberturas anteriores, estos crímenes rara vez son aleatorios: suelen reflejar cuentas pendientes, intereses económicos o ajustes de cuentas entre facciones.
La reacción no se hizo esperar. Eduardo Vega, subsecretario de Economía estatal, compartió en redes un emotivo homenaje: “Esteban y su familia eran esa clase de amigos que trascienden lo profesional”. Mientras, colegas de la clase política veracruzana coinciden en señalar la urgencia de protocolos de protección para exfuncionarios, un tema que he documentado en otros estados como Guerrero y Michoacán, donde la reincidencia es alarmante.
El levantamiento de los cuerpos se prolongó hasta la madrugada, un indicio de las dificultades forenses en zonas rurales. Este caso, como otros que he analizado, deja claro que la violencia electoral no se limita a candidatos en activo: también alcanza a quienes, desde la retaguardia, influyen en las contiendas. Una lección dura, pero necesaria para entender los riesgos de la política local en México.

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