Una Lucha por la Dignidad en el Final de la Vida
Desde mi experiencia en el ámbito de los derechos civiles y la bioética, he sido testigo de cómo ciertos debates, aunque complejos, son inevitables para el progreso de una sociedad. La reciente convocatoria de la asociación civil “Por el Derecho a Morir con Dignidad (DMD)” para discutir la muerte médicamente asistida no es una mera noticia; es el eco de una conversación urgente que hemos postergado por demasiado tiempo. Recuerdo a un colega, al final de su vida, luchando contra un dolor insoportable, preguntándome no cómo vivir un día más, sino cómo poder tener una despedida serena. Esa pregunta resuena en cada uno de los llamados a los legisladores para crear un marco jurídico que regule estas prácticas.
La Voz de la Mayoría: Un Cambio de Paradigma
Durante el conversatorio “Muerte Médicamente Asistida en México”, Amparo Espinosa Rugarcía, presidenta de la organización, reveló un dato crucial que muchos en los círculos de poder subestiman: el 70% de los mexicanos aprueba estas figuras legales. He aprendido que en la política, los números fríos rara vez conmueven, pero las historias detrás de ellos sí. Lo “sorprendente”, como ella misma lo calificó, no es la cifra en sí, sino el reconocimiento de que el pueblo está muy por delante de sus representantes en la comprensión de la compasión y la autonomía personal. No se trata de una minoría radical, sino de una mayoría silenciosa que clama por opciones.
Más Allá del Debate: El Observatorio del Dolor
Una de las lecciones más valiosas que he acumulado es que para cambiar una ley, primero hay que evidenciar una necesidad humana. La iniciativa del “Observatorio del Dolor” es un acierto estratégico fundamental. Al colaborar con universidades, se busca cuantificar el sufrimiento, transformando el relato subjetivo de “calvarios”, como los describe Espinosa, en datos contundentes. En mi trayectoria, he visto cómo un solo caso documentado puede tener más peso que mil argumentos teóricos. Este observatorio no solo añadirá credibilidad a la causa; pondrá sobre la mesa el costo humano real de la inacción.
La Demanda Final: Control y Autonomía
La reflexión de Columba Suinaga Romero, coordinadora de proyecto de DMD, captura la esencia de este movimiento: se trata de control. No es una promoción de la muerte, sino una reivindicación de la libertad en la etapa más vulnerable de la existencia. He aconsejado a muchas familias y, sin excepción, el deseo de tener el mando sobre las decisiones finales proporciona una paz incomparable. Que el Congreso escuche esta demanda no es una concesión; es un acto de madurez legislativa para reconocer que la dignidad no termina cuando la cura ya no es una opción. La teoría es simple; la práctica, llena de matices, pero el camino hacia una muerte digna es, al final, un acto de profundo respeto a la vida.


















