Atacan a nieta del gobernador de Sinaloa en Culiacán
Un episodio de violencia extrema sacudió Culiacán cuando la nieta del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, fue blanco de un ataque balístico mientras se desplazaba en un vehículo oficial con custodia de la Policía Estatal Preventiva. El suceso, registrado en el Boulevard Jesús Kumate, expone las grietas en los protocolos de seguridad en tiempo real.
El resultado inmediato: dos elementos de protección resultaron lesionados, uno de ellos en estado de salud crítico. Según los reportes iniciales, los escoltas lograron repeler la agresión.
La familiar del mandatario, identificada como hija de Eneyda Rocha, presidenta del DIF estatal, salió ilesa. Fue el propio gobernador quien, a través de sus canales oficiales, confirmó el incidente, catalogándolo inicialmente como un intento de robo vehicular. Sin embargo, la narrativa oficial choca con la cruda evidencia forense: un vehículo oficial inservible, acribillado y con sus cristales destrozados.
La audacia del operativo es lo que genera más interrogantes. La emboscada se ejecutó a plena luz del día en una zona de alta circulación, desafiando no solo a la custodia armada, sino también al operativo de seguridad desplegado por la visita del Gabinete de Seguridad federal, encabezado por el secretario Omar García Harfuch, quien sesionaba en la base aérea militar local.
La agresión a la familia del gobernador ocurrió horas después de que concluyera dicha cumbre de seguridad, que también contó con la presencia de los máximos mandos de la Defensa Nacional, la Marina y la Guardia Nacional.
Las autoridades estatales reportaron que un autobús de transporte público también fue alcanzado por proyectiles, aunque sin víctimas mortales que lamentar. El perímetro fue acordonado de inmediato por el Grupo Interinstitucional —integrado por Ejército, Guardia Nacional, Marina, FGR y policía estatal—, mientras la Fiscalía General del Estado inició una carpeta de investigación. En la escena, se localizaron decenas de cartuchos percutidos de diversos calibres.
Este evento se suma a un contexto de violencia persistente. Solo días antes, el 12 de septiembre, un agente de la SSP, presuntamente un escolta gubernamental, fue ejecutado en la Colonia Agrarista Mexicana.
Eneyda Rocha, madre de la joven atacada, manifestó su agradecimiento a los elementos lesionados por la protección brindada a su hija.
La versión oficial de un simple intento de robo es puesta en entredicho por la lógica operativa. ¿Qué grupo delictivo se arriesgaría a asaltar un vehículo con escoltas armados, en una avenida concurrida y en un día de máximo despliegue de seguridad? ¿El objetivo real era el robo de una unidad que quedaría inmediatamente identificada e inutilizada? La sincronización del ataque sugiere una capa de complejidad que trasciende la narrativa del despojo, planteando un desafío directo a la autoridad estatal en su propio territorio.
