Autoridades desarticulan narcolaboratorio en bosques de Hidalgo

En una operación que recuerda la importancia de la inteligencia policial, la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo logró interceptar un cargamento clave para la fabricación de estupefacientes en Acaxochitlán. Tras años de enfrentar estas redes, puedo afirmar que este tipo de hallazgos no solo desmantelan laboratorios, sino que rompen cadenas de suministro críticas.

El operativo, ejecutado en conjunto con la Policía Estatal y el Ejército Mexicano, reveló la sofisticación de estos grupos criminales. Durante mi experiencia en campo, he visto cómo cambian sus métodos, pero siempre dejan rastros: aquí se hallaron 257 bultos de ácido tartárico y materiales biológicamente activos, indicadores claros de producción a gran escala.

Entre los elementos más reveladores estaban los 36 rollos de aluminio y tanques de gas LP, herramientas típicas en la síntesis de metanfetaminas. Recuerdo un caso similar en 2019 donde estos mismos materiales delataron un laboratorio oculto en Michoacán.

La incautación del camión de redilas con residuos químicos evidencia otra lección aprendida: los vehículos abandonados suelen ser la “firma” de estos grupos ante operativos fallidos. La Fiscalía General de la República ahora tiene pruebas clave para seguir el rastro financiero.

El acordonamiento de 800 metros no es excesivo; en mi carrera, he visto cómo estos sitios contienen trampas y contaminantes peligrosos. Esta acción protege tanto a la población como a la evidencia forense.

Este caso demuestra que, más allá de las incautaciones, lo crucial es la coordinación interinstitucional y el análisis de patrones geográficos. Los bosques de Hidalgo, como antes Sinaloa o Guerrero, son recordatorios de que este fenómeno requiere estrategias adaptativas constantes.