Una amenaza que vuela y parasita: la sombra sobre el ganado sudcaliforniano
LA PAZ, BCS.- Una alerta silenciosa pero de alto voltaje recorre los corredores pecuarios de Baja California Sur. No es un depredador visible, sino un invasor minúsculo y letal: el gusano barrenador del ganado. Frente a este riesgo inminente, las autoridades han decidido reforzar el cerco sanitario en todos los puntos de acceso al estado. Pero, ¿es suficiente un perímetro fortificado para detener a una plaga que puede viajar cientos de kilómetros? La investigación revela una carrera contra el tiempo para evitar una catástrofe económica y zoosanitaria.
Los filtros de la desesperación: entrevista en el frente de batalla
En una conversación exclusiva, el director de Desarrollo Ganadero estatal, Francisco Rubio Barrera, detalla la estrategia. “Hemos blindado los accesos principales: el puerto de Pichilingue, la zona de Guerrero Negro, aeropuertos y carreteras”, afirma. Sin embargo, su tono revela más preocupación de la que las palabras transmiten. La orden es clara y drástica: solo puede ingresar ganado de estados certificados como libres por el Dispositivo Nacional de Emergencia de Sanidad Animal. ¿Podría esta restricción ahogar el comercio interno? Las autoridades insisten en que es el precio de la supervivencia del sector.
Un enemigo con alas: la paradoja de la “isla” vulnerable
“El gusano barrenador es una mosca que parasita al ganado y puede desplazarse rápidamente. Sabemos el daño que provoca”, advierte Rubio Barrera. Aquí surge la primera gran contradicción. BCS, una península casi aislada, debería ser un bastión fácil de defender. No obstante, la propia biología del parásito convierte su geografía en una ventaja frágil. El insecto puede recorrer hasta 300 kilómetros en una semana. Por ello, el plan no se limita a barreras físicas; incluye la instalación urgente de trampas de detección temprana, en una operación conjunta con el SENASICA y el Comité Estatal de Fomento y Protección Pecuaria.
Documentos que hablan: el poder de una alerta federal
La investigación accedió al acuerdo federal publicado el 2 de diciembre, un documento que cambia las reglas del juego. Este texto otorga facultades extraordinarias a las entidades para actuar de inmediato, allanando el camino para un operativo de emergencia instantáneo. Es el marco legal que sustenta el estado de excepción sanitaria. Pero, ¿están listos los recursos humanos y materiales? El funcionario confirma que se preparan insumos y capacitaciones masivas para productores, admitiendo que el invierno, con su baja movilización animal, es solo un respiro temporal.
La herida abierta: sequía, economía y un punto ciego
Al profundizar, emerge un factor agravante que conecta puntos aparentemente dispersos: la sequía severa que azota la región desde 2024. Un ganado debilitado por la escasez de agua y forraje es más susceptible a lesiones y, por tanto, más vulnerable al parásito. “Si no hay herida, no hay gusano. El gusano se aloja en las heridas”, explica Rubio Barrera con crudeza técnica. Esta conexión climática eleva exponencialmente el riesgo. El titular de la SEPADA, Alfredo Bermúdez Beltrán, no duda en calificar la potencial llegada de la plaga como “fatal para el estado”, un golpe que paralizaría la comercialización con mercados clave como Mexicali y Hermosillo.
Revelación final: la cifra que lo cambia todo
Tras rastrear documentos y cruzar testimonios, la investigación llega a la cifra que dimensiona la verdadera escala de la amenaza: en Baja California Sur existen aproximadamente 450,000 cabezas de ganado bovino, caprino, porcino y equino en la línea de fuego. No son solo números; son los medios de vida de cientos de familias y un pilar de la economía local. La conclusión es ineludible. El blindaje sanitario no es una medida de rutina, sino una operación de último recurso para salvaguardar un ecosistema productivo al borde del colapso, donde la próxima herida desatendida podría ser la puerta de entrada a la ruina.
