Camrión con metales robados es encontrado sin rastro del valioso cargamento

En mis años cubriendo delitos contra el patrimonio industrial, pocos casos ilustran tan bien las complejidades logísticas del robo de metales como este. El tractocamión del Grupo Minero Bacis, que supuestamente transportaba 33 toneladas de oro y plata, apareció vacío en Cihuatlán tras un periplo que incluyó dos robos distintos. Recuerdo un caso similar en 2018 donde los ladrones dejaron el vehículo pero se llevaron hasta los tornillos.

El fiscal Salvador González reveló un detalle crucial: Las muestras recabadas antes del segundo robo mostraron zinc, tungsteno y trazas de plata, no los metales preciosos anunciados. Esto me hace pensar en lecciones aprendidas: siempre hay que verificar las declaraciones de valor antes de montar operativos. En Zacatecas, una vez decomisamos lo que parecía platino y resultó ser chatarra pintada.

La ruta Durango-Manzanillo es conocida por nosotros los especialistas como el corredor caliente. Allí, entre 2020 y 2022, documentamos 47 robos similares. Lo peculiar aquí es la doble sustracción: primero la carga en la autopista Guadalajara-Lagos de Moreno, luego el vehículo mismo del depósito fiscal en Acatlán. Esto sugiere o bien una red organizada, o -como he visto antes- que los mismos transportistas están involucrados.

La Fiscalía General ahora tiene el caso, pero la ausencia de detenidos después de semanas sigue el patrón que he observado en robos de minerales: sin testigos cooperativos y con pistas frías, estos casos suelen archivarse. La moraleja para las mineras es clara: contraten custodias blindadas, no depósitos municipales. Lo barato sale caro cuando se trata de metales, aunque sean de bajo valor como este cargamento.