Un Paradigma de Justicia Reproductiva Nace en el Sur de México
La Legislatura de Chiapas no solo ha aprobado una ley; ha desatado una revolución silenciosa en la justicia social. Este miércoles, el estado más austral de México transformó el discurso de los derechos humanos al legislar la Interrupción Legal del Embarazo para niñas y adolescentes supervivientes de violación.
¿Y si en lugar de ver el embarazo infantil forzado como un problema médico, lo reconocemos como una herida social que requiere una reparación integral? La nueva normativa no es simplemente un protocolo sanitario; es un mecanismo de justicia restaurativa. Garantiza que las instituciones del sistema estatal de salud provean acceso a un procedimiento médico seguro, gratuito y de calidad, eliminando cualquier forma de discriminación.
Esta legislación opera bajo una premisa visionaria: la dignidad humana como principio rector, con una perspectiva de género interseccional y el interés superior de la niñez como eje central. Rompe con el arcaico paradigma de la criminalización, declarando con contundencia que el embarazo infantil no es una elección, sino la consecuencia de un delito atroz.
La notificación obligatoria a las autoridades encargadas de la investigación no es un mero trámite; es un eslabón crucial en un ecosistema de protección que convierte a las instituciones de salud en bastiones de defensa de los derechos humanos.
La aprobación, impulsada por las diputadas Elvira Catalina Aguiar Álvarez, Getsemaní Moreno Martínez, Marcela Castillo Atristain, Ana Karen Ruíz Coutiño, Andrea Negrón Sánchez, Rosa Linda López Sánchez y Faride Abud García, frente al rechazo de Jovannie Maricela Ibarra Gallardo y María Isabel Rodríguez Jiménez, representa más que un triunfo político. Es la materialización de un pensamiento disruptivo que desafía los códigos morales tradicionales y coloca la protección de la infancia violentada por encima de dogmas ancestrales.
Chiapas no solo está escribiendo una ley; está codificando un nuevo contrato social donde el cuerpo de una niña deja de ser un campo de batalla ideológico para convertirse en un territorio de derechos inviolables.




















