La Fiscalía General del Estado de Guerrero confirmó la identidad de los tres cuerpos localizados en las inmediaciones del Parque Nacional El Veladero, en Acapulco. Los restos corresponden a los jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico Nacional de México, campus Acapulco, reportados como desaparecidos desde el pasado 20 de diciembre. La autoridad informó que el hallazgo se produjo durante la tarde del viernes, luego de que un vecino que realizaba labores de limpieza en un terreno baldío divisara varias bolsas de plástico negro y alertara a los servicios de emergencia.
Al arribar al sitio, elementos de las fuerzas de seguridad y peritos de la Fiscalía encontraron los cadáveres en un avanzado estado de descomposición y con huellas evidentes de tortura. Los procedimientos de ley se iniciaron de inmediato, con el trabajo de especialistas en criminalística para recabar evidencia en la escena. Posteriormente, los cuerpos fueron trasladados por personal del Servicio Médico Forense para la realización de los estudios complementarios que permitieran confirmar de manera oficial las identidades y precisar las causas de la muerte.
Las víctimas han sido identificadas como Irving Antonio Vieyra, de 23 años; Raymundo Ramos Soto, de 21 años; y Víctor Jahueyzel Mendoza García, también de 23 años. Dos de ellos, Irving y Raymundo, cursaban la carrera de Ingeniería Electromecánica, mientras que Víctor estudiaba la licenciatura en Administración. Su desaparición había movilizado a la comunidad académica y a sus familias, quienes mantuvieron una búsqueda constante y ejercieron presión pública para exigir resultados a las autoridades.
El último avistamiento de los tres jóvenes ocurrió en la playa Mimosa de Acapulco, donde fueron vistos a bordo de un vehículo que más tarde fue localizado abandonado. Este detalle marcó desde el principio la gravedad del caso, señalando que no se trataba de una ausencia voluntaria. La angustia y la desesperación de los familiares los llevó a organizar manifestaciones y, el pasado miércoles, a bloquear durante más de cinco horas la avenida Costera Miguel Alemán, una de las principales arterias viales del puerto. Su demanda era clara y urgente: exigían acciones contundentes y respuestas sobre el paradero de sus hijos.
Este trágico desenlace pone de manifiesto, una vez más, los graves desafíos de seguridad que persisten en la entidad y la vulnerabilidad de ciertos sectores de la población, en este caso, jóvenes con un futuro académico por delante. El modus operandi, que incluye la ocultación de los cuerpos en bolsas y los signos de violencia extrema, apunta a la intervención del crimen organizado, un fenómeno que continúa permeando la vida cotidiana en varias regiones del estado. El caso trasciende el hecho delictivo individual y se inserta en un patrón de violencia que afecta el tejido social, la normalidad educativa y la sensación de seguridad colectiva.
La respuesta institucional ante las desapariciones y la eficacia en las investigaciones seguirán siendo un punto de escrutinio público. Las familias, ahora en duelo, enfrentan no solo la pérdida irreparable, sino también la búsqueda de justicia en un contexto donde la impunidad suele ser un factor adicional de dolor. El suceso ocurre en un área natural protegida, el Parque Nacional El Veladero, lo que añade una capa de preocupación sobre el uso de espacios públicos para actividades delictivas. La resolución integral de este caso, que implica la captura y sanción de los responsables, se convierte en una prueba para las capacidades del sistema de justicia y en una demanda mínima para una sociedad que clama por paz y legalidad.















