La Incómoda Desaparición de una Defensora
Detrás de la fría noticia de una desaparición, se esconde un patrón de silencio que nuestra investigación busca romper. María Mendoza Lucas, una activista trans, defensora del territorio y artista, fue reportada como desaparecida el pasado 27 de octubre. Sin embargo, los datos oficiales plantean más interrogantes que respuestas: ¿Por qué una luchadora social arraigada en las causas de Oaxaca desaparece en el estado de Puebla?
Documentos y testimonios recabados de la colectiva Acompañamiento Jurídico y Psicológico por la Dignidad Disidente (COJUDIDI) revelan un perfil incómodo para el poder establecido. María no solo era una voz contra la gentrificación; su trabajo se extendía a la defensa de comuneros mazatecos en Eloxochitlán de Flores Magón y a la práctica de la Medicina Tradicional. Cada una de estas facetas la situaba en la mira de distintos intereses.
Un Mosaico de Riesgos que las Autoridades Ignoran
Nuestra indagación confirma lo que los colectivos denuncian: ser una mujer trans, defensora de la tierra y opositora a megaproyectos, configura un cóctel de riesgo que triplica la amenaza. La pregunta que las instituciones evaden es obvia: ¿su desaparición es una represalia por su interseccional lucha?
La ficha de la Comisión Estatal de Búsqueda describe su vestimenta: blusa verde, pantalón y tenis negros, gorra roja. Pero, ¿dónde está la descripción de las acciones urgentes y coordinadas? La Fiscalía General de Justicia de Oaxaca mantiene una parsimonia que contrasta con la gravedad del caso.
La Respuesta Institucional: Un Espejismo de Acción
Las exigencias de la Comunidad Trans por Nuestros Derechos Humanos en Oaxaca (KOSUB) son un catálogo de fallas sistémicas. Piden que el registro respete su identidad de género, lo que sugiere que la maquinaria estatal aún opera con un sesgo cisgénero que invisibiliza a las víctimas. La supuesta coordinación entre instituciones parece, hasta ahora, una promesa vacía.
La conclusión de nuestra pesquisa es clara: la desaparición de María Mendoza Lucas no es un incidente aislado. Es un síntoma de un sistema que falla en proteger a quienes defienden los derechos humanos y el territorio. Su caso conecta puntos aparentemente dispersos: la lucha socioambiental, la violencia contra la comunidad trans y la inoperancia de un Estado que, con su inacción, se convierte en cómplice.




















