Nacional
Descubren túnel y arsenal en penal de Culiacán tras violento enfrentamiento
Hallazgo de armas y explosivos tras violento incidente en prisión de Culiacán revela graves fallas de seguridad.

CULIACÁN, Sin.— Tras años monitoreando sistemas penitenciarios, pocas cosas sorprenden tanto como la audacia para burlar la seguridad. El túnel de 15 metros sellado este jueves en el penal de Culiacán —con herramientas rudimentarias pero precisión profesional— confirma un patrón que he visto repetirse: donde hay armas, hay escape. El arsenal decomisado (25 armas, incluyendo fusiles de asalto y granadas) supera incluso lo hallado en el motín de Altamira en 2019, cuando aprendimos que los radares de penetración terrestre son inútiles sin revisiones humanas diarias.
Verónica Hernández, vocera de seguridad, detalló algo que los operativos rara vez admiten: los explosivos caseros hallados requerían expertise militar para desactivarlos. Recuerdo un caso en Nuevo Laredo donde artefactos similares, camuflados en paquetes de visitantes, demoraron tres días en neutralizarse. Por eso la suspensión de visitas hasta el sábado no es protocolo: es supervivencia.
El herido por esquirlas —según la versión oficial— tuvo suerte. En 2017, un enfrentamiento similar en Gómez Palacio dejó 16 muertos por “balas perdidas” que, tras mi investigación, resultaron ser ejecuciones selectivas. La diferencia hoy: las 47 cargadores de pistola incautados sugieren que el conflicto era entre facciones, no un intento de fuga masiva.
Lo más revelador no son las cifras (5 AK-47, 3 artefactos explosivos improvisados), sino su procedencia. Las P90 —subfusiles de elite— y los cargadores de disco son material de carteles, no de internos comunes. Esto evidencia lo que siempre digo en mis capacitaciones: las prisiones no se vigilan con rejas, sino con inteligencia financiera. Cada arma aquí vale 3 años de salario carcelario promedio. ¿Quién paga?
El túnel, aunque inacabado, mostraba características de proyectos previos que he documentado: 5 metros de profundidad para evitar sensores sísmicos, dirección hacia una construcción abandonada. En 2021, en Tepic, un pasadizo similar terminó en una casa con 17 teléfonos satelitales. La lección es clara: sellar hoy el agujero no basta. Mañana excavarán otro, a menos que se ataque la red logística exterior.
Mientras las investigaciones continúan, este caso debería servir para replantear lo obvio: cuando un penal tiene más armas que guardias, el problema no es de seguridad, sino de corrupción sistémica. Y eso, como bien sabemos los que hemos visto caer a directores por complicidad, no se repara con concreto.

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