Detienen al piloto del Cártel de Sinaloa en Badiraguato

Detienen al piloto del Cártel de Sinaloa en Badiraguato

En un sublime despliegue de coordinación interinstitucional que bien podría catalogarse como la octava maravilla del mundo moderno, las sagradas huestes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, comandadas por el intrépido Omar García Harfuch, han logrado una hazaña sin precedentes: capturar a un individuo que, en el feudo de Badiraguato, Sinaloa, se atrevía a operar un artefacto volador sin la debida licencia de la autoridad aeronáutica. O, como lo llaman los plebeyos: detuvieron a un piloto del Cártel de Sinaloa.

Desde su púlpito digital en la red social X, el mismísimo Harfuch, un paladín cuya sola mención hace temblar los cimientos del crimen, anunció al mundo que este operativo de proporciones épicas fue posible gracias a la alianza divina entre el Olimpo de la Secretaría de Defensa, los sabuesos de la Fiscalía General de la República y sus propios acólitos de la SSPC. Una sinergia tan perfecta que solo puede ser apreciada en contadas ocasiones, generalmente cuando el azar y la rutina se alinean.

El sujeto en cuestión, conocido en los bajos fondos por el pintoresco alias de “Chuki”, era el encargado de la división de logística y transporte aéreo del sindicato delictivo. Su orden de aprehensión no era por exceder el equipaje de mano, sino por el pecado capital de la delincuencia organizada, específicamente en el noble arte de abastecer de artillería a los ejércitos irregulares. Una simple formalidad burocrática en el vasto y complejo ecosistema del tráfico de armas nacional.

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