Drones y explosivos convierten El Mirador en zona de guerra sin ejército

En un espectáculo digno de una distopía posmoderna, los residentes de El Mirador, Apatzingán, fueron obsequiados con un “festival pirotécnico” de cortesía del Cártel Michoacán Nueva Generación (CMNG). No hubo entradas ni palomitas, solo seis “regalos” explosivos entregados con precisión dronística, porque hasta el crimen organizado abraza la cuarta revolución industrial.

Los Viagras y el CJNG, en un alarde de “eficiencia operativa”, demostraron que pueden aterrorizar una comunidad en menos tiempo del que toma calentar una pizza congelada. Los videos grabados por los lugareños —ahora también documentalistas de guerra— muestran cómo la Tierra Caliente se convirtió en un set de filmación no autorizado de “Mad Max: Edición Michoacán”.

Milagrosamente, las estadísticas oficiales reportan cero muertos, aunque las casas y vehículos afectados ahora lucen un “diseño abstracto” gracias a los explosivos. Mientras tanto, las familias supervivientes practican el nuevo deporte nacional: la carrera de desplazados internos, donde el premio es no aparecer en el próximo boletín de víctimas.

El ataque, sincronizado como un ballet macabro, siguió al asalto del CJNG en Tepalcatepec, porque en esta guerra de narcos, como en las series de streaming, siempre hay un spin-off. Y por si faltaba drama, otro escuadrón del CMNG intentó colonizar Felipe Carrillo Puerto, pero los locales, en un giro inesperado, recordaron que las palas y machetes también sirven para algo más que labrar la tierra.

Así, mientras el gobierno debate si esto es “violencia focalizada” o “terrorismo casual”, los ciudadanos aprenden que en México, la seguridad nacional es un género literario: ficción especulativa.