El arte de la ausencia legislativa en México

El arte de la ausencia legislativa en México

Los diputados federales de todas las bancadas han abusado del uso de justificantes y permisos de la Mesa Directiva para evitar descuentos por inasistencias.

CIUDAD DE MÉXICO. En un espectacular despliegue de creatividad burocrática, los honorables diputados federales han perfeccionado el arte de la desmaterialización parlamentaria. Mientras el pueblo llano debe presentar justificantes médicos con firmas y sellos para faltar un día a su trabajo, nuestros legisladores han convertido la obtención de permisos en una suerte de alquimia política que transforma la ausencia en presencia remunerada.

El inventario de la evasión resulta tan impresionante como vergonzoso: mil diecinueve justificantes y doscientos sesenta y cinco permisos oficiales para esquivar las sesiones plenarias. Morena, en un acto de destacado compromiso con el absentismo, lidera este peculiar ranking con trescientos diez justificantes y ciento setenta y cuatro permisos. Le siguen en esta carrera hacia la invisibilidad el PAN con doscientos cincuenta y una excusas, el Partido Verde con doscientas una justificaciones y diecinueve salvoconductos, mientras que el PRI completa el cuadro con ciento veinticinco ausencias legitimadas.

La semipresencialidad ha devenido en una farsa digital donde los representantes populares practican el teletrabajo desde canchas de pádel, como demostró el ilustre diputado Cuauhtémoc Blanco, o simplemente se evaporan durante las sesiones cruciales. La Comisión de Presupuesto alcanzó el sublime absurdo de funcionar con un único diputado físico frente a cincuenta y siete fantasmas digitales, demostrando que las decisiones nacionales pueden tomarse en un ambiente de casi perfecta soledad.

Entre las ausencias más notorias brilla con especial intensidad la de Mónica Becerra Moreno, del PAN, quien tras asistir a apenas veintidós sesiones encontró mejor destino en el DIF de Aguascalientes. La acompañan en este olimpo de la no-presencia las morenistas Magaly Armenta Oliveros y Carmen Patricia Armendáriz, así como una selecta delegación del PVEM, todos maestros en el difícil arte de representar sin estar.

En este nuevo teatro legislativo, las curules permanecen vacías pero las nóminas rebosantes, demostrando que en la política mexicana contemporánea, la verdadera habilidad no está en legislar, sino en perfeccionar las excusas para no hacerlo.

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