El asesinato de Dulce revela la sombra del narcomenudeo en Chalco

CIUDAD DE MÉXICO — ¿Qué sucede cuando el narcotráfico invade los espacios más íntimos de la sociedad? La tragedia de Dulce, una niña de 12 años asesinada en Chalco, no es solo un crimen más: es un síntoma de cómo las redes del narcomenudeo han permeado hasta la vida cotidiana. Omar García Harfuch, titular de la SSPC, confirmó que este acto brutal está ligado al tráfico de drogas, donde la pareja de la madre de la víctima habría sido el objetivo real.

Imaginen un sistema donde la violencia se desplaza como un virus, mutando desde los cárteles hasta los hogares. Los agresores, al no encontrar a su objetivo, descargaron su furia contra una inocente. Más de 20 disparos convirtieron un hogar en una escena de terror, exponiendo la cruel ironía: mientras el narcotráfico florece, los más vulnerables pagan el precio.

Este caso no es aislado. Chalco, como muchas zonas marginadas, se ha convertido en un campo de batalla silencioso. ¿Podríamos transformar esta crisis en una oportunidad para replantear la seguridad comunitaria? En lugar de solo incrementar patrullajes, ¿qué tal si creamos redes de protección vecinales con tecnología accesible? O mejor aún, ¿si atacamos la raíz del problema: la demanda de drogas y la falta de oportunidades económicas?

La muerte de Dulce debe ser un parteaguas. No basta con lamentar; urge innovar. Desde inteligencia artificial para predecir conflictos hasta programas sociales que alejen a las familias del narcotráfico, las soluciones disruptivas son posibles. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a desafiar el status quo o seguiremos contando víctimas?