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Nacional

El asesinato de un director de seguridad en un restaurante

Un nuevo ataque bravío en pleno centro de Córdoba enciende las alarmas sobre la vulnerabilidad de los servidores públicos.

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La noticia del homicidio de Saúl Ríos Reyes, Director de Seguridad Pública de Cosolapa, Oaxaca, dentro de un establecimiento de comida rápida en Córdoba, Veracruz, no es un hecho aislado. Llevo años analizando la violencia en la región y este patrón se repite con una crudeza desgarradora. Este suceso no es solo una estadística más; es un recordatorio sombrío de la guerra silenciosa que se libra contra las fuerzas del orden en México.

Recuerdo casos similares a lo largo de mi carrera, donde objetivos de alto perfil son atacados en lugares públicos y aparentemente seguros, precisamente para maximizar el mensaje de terror e impunidad. El modus operandi descrito—dos sujetos armados ingresando con determinación a un restaurante—habla de una operación audaz y planificada, característica de grupos delictivos que actúan con una frialdad alarmante.

La reacción de pánico entre clientes y empleados es una consecuencia inevitable que estos grupos buscan: sembrar el miedo en el corazón de la comunidad. He visto cómo estos eventos no solo acaban con una vida, sino que fracturan la sensación de seguridad colectiva.

Las cifras que acompañan la nota son el contexto macabro que convierte esta tragedia en una epidemia nacional. Doscientos doce policías abatidos en solo seis meses es una cifra que debería conmocionar a cualquier nación. Estados como Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Guerrero y el mismo Veracruz se han convertido en campos de batalla donde la ley trata de imponerse contra viento y marea.

Desde mi experiencia, la respuesta no puede limitarse solo al despliegue de corporaciones y a la investigación pericial, aunque son cruciales. La lección aprendida, tras décadas de cubrir estos hechos, es que se requiere una estrategia integral que combine inteligencia, protección a funcionarios, fortalecimiento de las instituciones y, sobre todo, un compromiso inquebrantable con erradicar la corrupción que facilita estos crímenes. La memoria de Saúl Ríos Reyes y de todos los caídos exige más que condolencias; exige acción.

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