El asesinato del alcalde Manzo revela la guerra oculta en Uruapan
La noche del 1 de noviembre, una ráfaga de disparos silenció para siempre la voz de Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan, Michoacán. Pero, ¿qué se esconde detrás de este audaz magnicidio? La investigación revela un escenario que desafía la narrativa oficial de un hecho aislado.
El ataque armado que segó la vida del edil se perpetró durante la inauguración del Festival de Velas, en la explanada principal de la ciudad, un evento público masivo en el marco de las festividades del Día de Muertos. ¿Cómo pudieron los agresores infiltrarse con tal impunidad en un acto de esa naturaleza? Los informes del Gabinete de Seguridad, obtenidos por este medio, detallan que Manzo recibió dos impactos de bala en el abdomen y uno en el brazo. Aunque fue trasladado de urgencia a un hospital de la región, su muerte se confirmó horas más tarde.
Las autoridades han confirmado la detención de dos sospechosos y la muerte de uno de los presuntos agresores. Prometen que el caso “no quedará impune”. Sin embargo, las preguntas persisten: ¿Fue esto una represalia? ¿Un mensaje del crimen organizado?
¿Quién era realmente Carlos Manzo?
Carlos Alberto Manzo Rodríguez, oriundo de Uruapan, no era un político convencional. Su trayectoria, reconstruida a través de su currículum oficial y entrevistas con colaboradores cercanos, pinta el perfil de un hombre que decidió enfrentar al sistema desde dentro. Graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), su paso como auditor del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Michoacán le proporcionó una visión única de la maquinaria gubernamental.
Tras servir como diputado federal por el Distrito 9 de Michoacán bajo la alianza de Morena, dio un giro radical. Consiguió la alcaldía de Uruapan como candidato independiente, un triunfo que muchos consideraron una afrenta a los partidos tradicionales. Desde septiembre de 2024, encabezó un movimiento ciudadano bautizado como “Los del Sombrero”, distinguido por una política de cero tolerancia contra la delincuencia. Esta postura férrea le valió comparaciones con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pero también, según fuentes consultadas, le granjeó poderosos enemigos.
Documentos y solicitudes de apoyo revisadas por esta investigación muestran un patrón alarmante: en múltiples ocasiones, Manzo hizo un llamado desesperado a las autoridades federales, incluyendo a la presidenta Claudia Sheinbaum y al secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. Advertía sobre la crítica situación en Uruapan, un municipio que, según sus propias palabras, estaba sitiado por grupos delictivos dedicados al homicidio y la extorsión. Sus advertencias, ahora reveladas, sugieren que el atentado no fue un acto aleatorio, sino el punto culminante de una confrontación que se venía gestando a plena vista. La verdadera historia no es solo la de un asesinato, sino la de una advertencia ignorada y una batalla no declarada en el corazón de México.
				
															
								
															
















