El calor asesino y la burocracia que lo cuenta con sonrisa

En un giro tragicómico digno de un reality show distópico, el termómetro nacional se ha convertido en el juez implacable de la supervivencia en México. El Informe Semanal de Daños a la Salud por Temperaturas Naturales Extremas (nombre tan largo como la lista de víctimas) nos regala perlas estadísticas: 13 ciudadanos literalmente derretidos y 681 convertidos en experimentos humanos de deshidratación acelerada. ¡Todo un logro para la temporada de calor 2025!

Veracruz y Tabasco lideran el podio de esta olimpiada mortal, con 4 y 3 cadáveres respectivamente, mientras otros estados se conforman con modestas individualidades. La Dirección General de Epidemiología, en su eterno romance con los eufemismos, clasifica los decesos entre “golpe de calor” (413 casos), “deshidratación” (245) y “quemaduras” (23), como si se tratara de categorías de un concurso culinario. Tabasco, fiel a su tradición de extremos, no solo exporta pozol sino también víctimas: 90 casos donde el termómetro hizo de verdugo.

Mientras los ciudadanos se evaporan, las instituciones cuentan muertos con la precisión de un notario y la urgencia de un trámite burocrático. ¿1.90% de letalidad? Qué alivio, podría ser peor. Quizá pronto veamos ediciones especiales del pronóstico del tiempo: “Hoy: 40°C y probabilidad de muerte súbita en zonas urbanas”. El verdadero golpe de calor lo da la indiferencia institucional.

Y así, entre gráficas y porcentajes, México escribe otro capítulo de su épica lucha contra el clima… donde siempre pierden los mismos: los que sudan en silencio mientras otros redactan informes con aire acondicionado.