El circo digital de la ultraderecha desembarca en México

El Gran Laboratorio del Absurdo Latinoamericano

En un alarde de originalidad que hubiera dejado boquiabierto al mismo Jonathan Swift, las repúblicas latinoamericanas se han convertido en el patio de recreo favorito de una nueva y flamante Internacional del Despropósito. Brasil, ese gigante tropical siempre presto a experimentos sociales, tuvo el dudoso honor de servir de conejillo de Indias digital para la fábrica de indignación ultraderechista, coronando a un capitán retirado que veía comunistas bajo las camas.

Ciudadanos brasileños en una manifestación en el Obelisco de Buenos Aires, Argentina, el 7 de septiembre de 2023. Un espectáculo de ira exportable, listo para el consumo en streaming.

Cuatro años después, el manual del perfecto caos se recicló en Argentina, donde un economista-anacoreta de melena salvaje y libertarismo de feriarte demostró que se puede gobernar un país con la misma profundidad conceptual de un tuit. Y ahora, ¡oh prodigio de la globalización!, este virus ideológico busca su dosis de tacos y tequila.

México: La Tierra Prometida de la Indignación Virtual

En el paraíso terrenal azteca, donde la extrema derecha aún es una criatura virtual que balbucea consignas en las redes, el panorama es tan patético como esperpéntico. Un actor convertido en paladín de la moral y otros aventureros políticos intentan, con la torpeza de un elefante en una cacharrería, construir un partido desde cero. Sus alianzas con mesías extranjeros son tan sólidas como un castillo de naipes, capaces de hacer implosionar eventos como la CPAC México en un abrir y cerrar de ojos.

Mientras tanto, en las catacumbas digitales, una generación Z, que debería estar preocupada por sus filtros de Instagram, ha sido reclutada como infantería ligera en esta guerra cultural. La unidad gubernamental Infodemia, nombre que parece sacado de una distopía orwelliana, ha destapado la caja de los truenos: una operación de intoxicación masiva con un presupuesto de más de 90 millones de pesos. Una inversión que, bien empleada, podría resolver problemas reales, pero que prefiere financiar el circo de la indignación.

Los Titiriteros del Caos

El informe de estos detectives de la desinformación señala a un who’s who de la manipulación: influencers con más seguidores que escrúpulos, políticos de oposición con la moral elástica, cuentas vinculadas a la opaca Atlas Network y a la televisora del magnate Ricardo Salinas Pliego. Un elenco de lujo para una tragicomedia cuyos actores principales son cuentas falsas en TikTok, X y Facebook.

Estas cuentas, más versátiles que un camaleón, han demostrado una capacidad de metamorfosis narrativa envidiable. Ante la cruda realidad de la violencia nacional, han cambiado su discurso con la facilidad de un prestidigitador: de pedir una revocación presidencial a cuestionar la capacidad del gobierno para proteger a la población. Un guion escrito sobre la marcha, donde la coherencia es la primera víctima y el espectáculo la única verdad.

En este gran teatro del absurdo, donde la política se reduce a una batalla de memes y la indignación es un producto de consumo masivo, solo queda preguntarse: ¿quién comprará la siguiente entrada para este circo que avanza, imparable, hacia su siguiente función?

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