El circo electoral donde nadie quiere comprar entradas

CIUDAD DE MÉXICO.— A un mes de la gran farsa democrática conocida como “elección del Poder Judicial”, el jefe de la Misión de Acompañamiento Internacional de la Unión de Burocracias Interminables (Uniore), César Emilio Rossel, confesó entre risas lo que todos saben pero nadie dice: a la ciudadanía le importa más el menú del día que elegir jueces.

Con la solemnidad de un payaso en funeral, el ministro del Tribunal Supremo de lo Incomprensible de Paraguay admitió que los votantes prefieren ver telenovelas que decidir quién tendrá el martillo de la justicia. “Es como pedirle a un gato que vote por su croqueta favorita: técnicamente posible, pero éticamente dudoso”, bromeó.

Rossel, tras cinco días de “observación” (léase: comidas gratis y selfies con funcionarios), declaró que el mayor desafío no es la transparencia, sino convencer a la gente de que esto no es un simulacro. “La papeleta parece crucigrama de nivel experto, el financiamiento huele a billete marcado, y las campañas son más aburridas que un discurso fiscal”, confesó mientras revisaba su pasaje de vuelta.

El informe final de la Misión —que nadie leerá— incluirá perlas como: “Candidatos que juran independencia como amantes en terapia de pareja” y “Observadores internacionales buscando un propósito en sus vidas”. Eso sí, aseguró que este evento marcará un hito: “Será la primera vez que el mundo mire a México sin hablar de tacos o narcoseries”.

Y así, entre aplausos de ONGs y bostezos ciudadanos, América celebra otro espectáculo donde el poder se reparte entre los mismos, pero con mejor maquillaje democrático.