El CJNG redefine la guerra contra el narcotráfico con tácticas disruptivas

MORELIA, Mich. — ¿Qué pasaría si la violencia no fuera solo un problema de seguridad, sino un síntoma de un sistema obsoleto? El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no solo está desafiando al Estado mexicano; está exponiendo las grietas de un modelo que sigue combatiendo al siglo XXI con estrategias del siglo XX. Sus ataques en Coahuayana y Tepalcatepec, usando drones y explosivos, son una muestra de cómo la innovación criminal supera la rigidez institucional.

Mientras comunidades como La Laguna de Calvillo viven bajo el terror, surge una pregunta incómoda: ¿y si la solución no es más militarización, sino inteligencia colectiva? La Policía Comunal, armada con poco más que convicción, ha sido la primera línea de defensa. ¿Podrían estas redes locales, combinadas con tecnología cívica, ser la semilla de un contrapoder descentralizado?

El uso de fusiles Barrett .50 y Minimi no es solo brutalidad: es una lección de logística. Mientras el Estado debate protocolos, los carteles implementan tácticas híbridas que mezclan lo análogo y lo digital. El ataque fallido con drones en El Alcalde no fue un error, sino un ensayo. ¿Estamos ante el primer cartel que opera como una startup del caos?

La muerte de sicarios por explosivos mal manipulados revela otra paradoja: su propia sofisticación los devora. Pero esto no es consuelo. En la Tierra Caliente, donde el CMNG (la alianza CJNG-Viagras) prueba su poderío, cada bala es un recordatorio: la guerra contra las drogas necesita un reset cognitivo. Quizás la respuesta no esté en vencerlos, sino en hacer irrelevante su modelo.

Las bases militares inertes en la Sierra-Costa simbolizan el dilema: ¿cómo rediseñar instituciones para un enemigo que se reinventa diariamente? Mientras autoridades piden refuerzos, el CJNG ya planea su siguiente movimiento. La pregunta no es cuándo llegarán las fuerzas federales, sino si estarán preparadas para una batalla donde las reglas las escribe el adversario.