El colapso en Manzanillo amenaza con paralizar la economía nacional

¿Qué pasaría si el corazón del comercio exterior mexicano dejara de latir? La Cámara Nacional del Autotransporte de Carga acaba de declarar código rojo ante el colapso sin precedentes en el Puerto de Manzanillo, donde miles de contenedores yacen como monumentos a la ineficiencia. Este no es un problema logístico, es un tsunami económico que amenaza con arrasar la competitividad del país.

Miguel Ángel Martínez Millán, líder del sector, revela una cruda realidad: “Las inspecciones aduanales han creado un cuello de botella tóxico, con esperas de hasta 72 horas en condiciones inhumanas”. Pero aquí hay una oportunidad oculta: ¿y si transformáramos este caos en un laboratorio para reinventar los procesos portuarios con blockchain y inteligencia artificial?

Las pérdidas multimillonarias son solo la punta del iceberg. Este efecto dominó está fracturando las cadenas de suministro nacionales, un recordatorio brutal de nuestra vulnerabilidad. Mientras algunos ven contenedores varados, los visionarios deberíamos ver la oportunidad de crear puertos inteligentes con sistemas predictivos que anticipen estos colapsos.

La solución no está en parches temporales, sino en reimaginar radicalmente la infraestructura portuaria. ¿Qué tal si convertimos Manzanillo en el primer hub logístico 4.0 de América Latina, con automatización, drones de inspección y corredores prioritarios para carga urgente? La crisis actual podría ser el catalizador que México necesita para saltar a la vanguardia logística global.

El llamado a una mesa de crisis es urgente, pero debe ser una mesa de disrupción, no de conformismo. El futuro del comercio exterior se decide hoy entre estos contenedores abandonados. La pregunta es: ¿seguiremos aplicando soluciones del siglo XX a problemas del siglo XXI?