Un momento decisivo para la justicia en México
Tras la renuncia de Alejandro Gertz Manero al frente de la Fiscalía General de la República (FGR), se ha abierto un proceso que, desde mi experiencia en el ámbito legal y de políticas públicas, es uno de los más delicados y observados. La designación de quien dirigirá la principal institución de procuración de justicia del país no es un mero trámite administrativo; es una decisión que define el rumbo de la lucha contra la impunidad y la credibilidad del sistema. He visto cómo estos momentos de transición pueden consolidar instituciones o, por el contrario, debilitarlas por años.
La Cámara de Senadores, tras validar la salida de Gertz Manero, emitió de inmediato la convocatoria pública. La celeridad es comprensible, pero la verdadera prueba no es la velocidad, sino la profundidad y transparencia del escrutinio. En mi trayectoria, he aprendido que las convocatorias con requisitos como “buena reputación y compromiso con valores democráticos” son fundamentales, pero su evaluación subjetiva es donde suelen surgir los primeros filtros políticos, más allá de los méritos profesionales.
El mosaico de aspirantes: entre la experiencia y la representatividad
La lista de 43 personas que cumplieron los requisitos es un reflejo de la comunidad jurídica nacional, aunque con una desbalanceada presencia femenina: sólo seis mujeres. Entre ellas destaca Ernestina Godoy Ramos, exconsejera jurídica de la Presidencia de la República y actual encargada de despacho. Su posición le da ventaja operativa, pero también la coloca bajo un escrutinio político mayor. He observado que en estos procesos, quien está “dentro” tiene la ventaja de la continuidad, pero también carga con el lastre de los pendientes de la administración saliente.
La nómina incluye perfiles variados: desde el exadministrador de Aduanas, Ricardo Peralta Saucedo, y el exdiputado Hamlet García Almaguer, hasta el académico Jorge Nader Kuri y el excandidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), César Mario Gutiérrez Priego. Esta diversidad es saludable, pero también reveladora. Me ha tocado analizar procesos similares donde la pluralidad de perfiles es una fachada para un acuerdo ya cocinado en pasillos. La verdadera prueba será si la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado selecciona candidaturas con base en un perfil técnico y de independencia probada, no en cuotas partidistas.
El camino por delante: más allá de la terna
El siguiente paso es crucial: la Jucopo elegirá al menos 10 nombres para enviarlos a la Presidencia de la República, encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo. Ella, a su vez, conformará una terna final que regresará al Senado para la votación definitiva. Este vaivén entre poderes es el núcleo del diseño de contrapesos. Sin embargo, la lección aprendida en décadas es que este mecanismo puede degenerar en una negociación opaca si no hay una rendición de cuentas pública en cada fase. La ciudadanía merece conocer no solo los nombres, sino los argumentos detrás de cada filtro.
La designación del próximo titular de la FGR es una oportunidad para resetear la confianza en la procuración de justicia. Requiere no solo un jurista con hoja de vida impecable, sino un líder con la fortaleza para operar con autonomía real, resistir presiones y reconstruir una institución que, seamos honestos, carga con una profunda desconfianza social. El proceso que inicia ahora debe ser tan impecable como se espera que sea la gestión del elegido. De lo contrario, estaremos repitiendo errores del pasado, condenando al nuevo fiscal a empezar con un déficit de legitimidad del que es muy difícil recuperarse.











