En un alarde de precisión meteorológica y diligencia administrativa que hubiera enrojecido de envidia al mismísimo Noé, el Frente Frío Número Diecinueve —un mero trámite atmosférico— se dignó visitar el estado de Chiapas. La Secretaría Estatal de Protección Civil, en un ejercicio de contabilidad creativa que fusiona el pathos con la hoja de cálculo, informó con orgullo el saldo de la visita: 385 viviendas convenientemente bañadas, una decena de ríos que olvidaron sus límites, 159 ciudadanos promovidos a la categoría de “refugiados” y varias carreteras que optaron por una existencia líquida.
Los municipios afortunados en recibir esta bendición acuática fueron anotados con celo en el gran libro de los daños: Juárez, Sabanilla, Solosuchiapa, Amatán, Salto de Agua, Huitiupán e Ixhuatán. Nombres que, de la noche a la mañana, pasaron de la oscuridad geográfica a la gloria de los reportes oficiales.
La Infraestructura en su Estado más Puro y Natural
En Tila, la solidaridad institucional floreció en forma de cuatro refugios temporales, rebautizados con el poético nombre de “Santuario de Tila”, “Edgar Robledo Santiago”, “Colegio de Bachilleres 14”, “Emiliano Zapata” y “Ángel Albino Corzo”. Allí, 159 almas aguardan, entre la gratitud y la perplejidad, la próxima fase del protocolo. Los ríos, en un acto de insubordinación hidrológica, no se limitaron a su cauce, prefiriendo inspeccionar personalmente el estado de las viviendas y las comunicaciones. El balance municipal es ejemplar: Juárez lidera con 189 propiedades afectadas; Tila, no queriendo ser menos, aporta 164; Amatán, 22; y Tumbalá, con modestia ejemplar, suma una. Como daño colateral de belleza simbólica, un puente en Jolnis Primera Sección decidió tomarse unas vacaciones, suspendiendo su servicio de unión entre comunidades.
El Teatro de las Operaciones y el Ritual del Auxilio
El catálogo de vías interrumpidas y tramos carreteros cerrados es tan extenso como un discurso de investidura: Tila, Solosuchiapa, Amatán, Huitiupán, El Bosque, Ixhuatán, Tumbalá, Salto de Agua. Frente a este panorama, la maquinaria del Estado desplegó su arsenal más formidable: los recorridos de verificación. Al menos veinte municipios han tenido el honor de ser verificados. Junto a estas avanzadillas de observación, se ejecutaron, con precisión quirúrgica, acciones de auxilio, evacuaciones preventivas y atención directa en los puntos críticos. Un ballet burocrático donde la tragedia se mide, se cataloga y se informa, en un sublime esfuerzo por domeñar el caos de la naturaleza con el orden implacable del papel timbrado.













