El divino suspiro de la Fed y el viacrucis del peso

El Divino Oráculo de la Fed y su Verbo Inmutable

En el gran circo de los mercados, donde la fe mueve montañas de capital ficticio, la divisa mexicana se postró hoy, una vez más, ante el todopoderoso dólar. El humilde peso concluyó su jornada de flagelación en la cifra cabalística de 18.39 unidades por cada ejemplar del billete verde, una devaluación ritual del 0.25% que los sumos sacerdotes de Bloomberg registraron con devota precisión. Mientras, en el mundo terrenal de los mortales, el dólar al menudeo se mantenía impasible en 18.83 pesos en las catedrales financieras de Banamex, como un ídolo que observa con indiferencia las plegarias de sus fieles.

La Fe Mueve los Mercados, pero el Miedo los Hunde

Esta nueva depreciación del peso no es un acto aislado, sino un movimiento coreografiado en el ballet universal de la especulación. Ocurre en perfecta sincronía con el fortalecimiento del dólar, cuyo índice ponderado, una suerte de termómetro de la hegemonía global, alcanzó una cota no vista desde los remotos días de mayo. Todo ello, alimentado por la sagrada expectativa de que el Oráculo de la Reserva Federal, en su infinita sabiduría, no dignará recortar su tasa de interés el próximo 10 de diciembre. Los mercados, esos templos de la razón volátil, se postran en espera del más mínimo suspiro de los dioses de Washington.

En este nuevo Gólgota de las divisas, los mártires fueron el peso colombiano (con una sangría del 1.34%), el peso argentino (un ya crónico 1.28% de descenso), seguidos por el dólar australiano y exóticas monedas como el shekel israelí y la corona noruega, todas ofrendadas en el altar de la incertidumbre.

El Pánico Sagrado y la Inteligencia Artificial como Nuevo Mesías

Pero el drama no se limitó al mercado de divisas. Una epidemia de aversión al riesgo contagió el mercado de capitales. He aquí la paradoja sublime: a pesar de que Nvidia, el gran sumo sacerdote de la nueva religión tecnológica, presentó un reporte trimestral sólido, el pánico sacrílego borró por completo las ganancias matutinas. La fe en el Mesías de la inteligencia artificial se resquebrajó ante el temor de que sus milagros fueran, en realidad, una burbuja de humo y espejos, una sobrevaloración sacrílega de los nuevos becerros de oro tecnológicos.

En el corazón del imperio, el Dow Jones cayó un 0.84%, el Nasdaq Composite se desplomó un 2.15% —alcanzando su peor nivel desde septiembre— y el S&P 500 retrocedió un 1.56%. Mientras, en la periferia, el Índice de Precios y Cotizaciones de la BMV mexicana cerró con una pérdida del 0.66%. En este desfile de penitentes, las mayores caídas fueron para los grandes titanes locales: Televisa, Grupo México, Grupo Carso, Banregio y Gentera, cuyos valores se contrajeron como si una mano invisible los estrujara.

El Oro Inmutable y el Petróleo que Nadie Quiere

Finalmente, en el reino de las materias primas, el oro, ese refugio eterno para los apocalípticos, apenas se inmutó, cotizando en cuatro mil 78 dólares la onza. Por su parte, el petróleo WTI cerró en 59.14 dólares por barril, hundiéndose otro 0.5% ante el fantasma de una sobreoferta global. El mundo, parece, tiene demasiado del oro negro que una vez lo hizo rico, en una alegoría perfecta de la abundancia que conduce a la desvalorización. Una lección que los mercados, en su frenesí, se empeñan en olvidar y repetir en un eterno retorno de lo mismo.

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