El espectáculo de la ayuda en medio de la catástrofe nacional

El espectáculo de la ayuda en medio de la catástrofe nacional

Militares preparan el helicóptero para el ritual de distribución de víveres.

En un despliegue de sincronización casi coreográfica, la Suma Sacerdotisa del Bienestar Nacional, Claudia Sheinbaum Pardo, ha proclamado las virtudes taumatúrgicas de las Fuerzas Armadas, cuyo Plan DN-III-E se ejecuta con la precisión de un ballet burocrático ante las poblaciones devastadas por lo que los comunicados oficiales insisten en llamar “intensas lluvias“, como si se tratara de un chaparrón particularmente molesto y no de una catástrofe humanitaria.

Por los sagrados canales de las redes sociales, la Mandataria federal compartió para deleite de sus seguidores un video que muestra a los soldados de la patria cargando cajas con la misma solemnidad con que se transportan las reliquias en una procesión. La imagen aérea de las inundaciones completaba este cuadro dantesco que, convenientemente editado, servía de escenario para la épica gubernamental.

Sheinbaum Pardo, en un arrebato de lirismo institucional, aseguró que estos elementos del Ejército Mexicanoayudan al pueblo con estrategia y lealtad, siempre con el corazón en la mano” —una curiosa afirmación anatómica que sugiere que los militares deambulan con el músculo cardíaco palpitante en la palma, ofreciéndolo como prueba última de su compromiso.

Mientras tanto, el inventario oficial de la desgracia arroja un saldo de 72 fallecidos y 48 desaparecidos, cifras que se leen como el parte de guerra de una batalla contra los elementos, donde los ciudadanos son bajas colaterales en el gran relato del progreso nacional.

Los estados de Hidalgo, Veracruz, Puebla y Querétaro se han convertido en el teatro principal de esta tragedia, con comunidades reducidas a archipiélagos de miseria, incomunicadas y con su infraestructura hecha añicos por este “fenómeno natural” que los burócratas nombran con la misma frivolidad con que describen las fluctuaciones del mercado.

En el colmo del surrealismo administrativo, la titular de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, ha dedicado valiosos minutos de conferencia de prensa a agradecer el apoyo de los gobernadores —tanto morenistas como opositores— que han enviado comida y maquinaria, como si se tratara de un intercambio de regalos navideños entre colegas, y no de la respuesta urgente que exige una emergencia nacional.

Así, entre selfies institucionales y declaraciones grandilocuentes, se construye el gran relato de la solidaridad de Estado, donde la ayuda humanitaria se convierte en espectáculo mediático y la tragedia en oportunidad propagandística.

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