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El Faro de la Prosperidad Futurista en Tlaxcala

Un faro de prosperidad futurista emerge entre promesas millonarias y realidades por verificar.

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El Faro de la Prosperidad Futurista en Tlaxcala

En un acto de fe que rivaliza con la construcción de las pirámides, pero con menos piedras y más powerpoints, el ilustrísimo Marcelo Ebrard, Sumo Pontífice de la Economía Nacional, ha anunciado el inicio de la edificación del primer Polo de Desarrollo del Bienestar en la otrora olvidada llanura de Huamantla, Tlaxcala. Una proeza arquitectónica y burocrática que promete ser concluida, contra todo pronóstico de la física temporal de las obras públicas, para el 28 de febrero de 2026.

La inversión, una cifra tan colosal como abstracta (540 millones de dólares), no será destinada a simples ladrillos y cemento, sino a la materialización de la esperanza etérea en forma de 5,000 empleos directos, indirectos, inducidos y, para los más optimistas, telepáticos. La gobernadora Lorena Cuellar, vestida con la armadura de la prosperidad, detalló con solemnidad que el 80% del espacio ya está “comprometido”, un término técnico que significa que los papeles están tan entusiasmados como los discursos.

Seis cartas de intención, documentos místicos de poder arcano, ya deambulan por las etapas de compra-venta, mientras cuatro empresas de reinos lejanos (Alemania y Estados Unidos) negocian su instalación en esta nueva Atlántida tlaxcalteca. Este polo, según la narrativa oficial, no solo impulsará la agroindustria, sino que conectará con el turismo cultural y fortalecerá un ecosistema educativo, todo mientras reduce la migración y fortalece el arraigo, como si de un hechizo de cohesión social se tratara.

La invitación a la presidenta Claudia Sheinbaum para el banderazo inicial en 2026 es un movimiento maestro: así, si la quimera no se materializa, la responsabilidad será compartida en la foto oficial. “Inviertan en Tlaxcala”, clama la gobernadora, “porque es el mejor estado para invertir”, una afirmación que, sin duda, ha sido verificada por todos los capitales globales que históricamente han huido de ella… hasta ahora.

En resumen, un monumental ejercicio de realismo mágico gubernamental donde las palabras construyen más que las máquinas, y donde el bienestar, como un espejismo, siempre parece estar a un discurso de distancia.

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