El faro sanitario de la costa y sus profetas foráneos

El faro sanitario de la costa y sus profetas foráneos

El nuevo templo de la salud, erigido en la tierra prometida de Maruata.

En un acto de fe que rivaliza con la multiplicación de los panes y los peces, los sumos sacerdotes del erario nacional han descendido de sus esferas digitales para cortar el sagrado listón del Hospital Comunitario del IMSS Bienestar en la arcádica Maruata, Michoacán. No serán simples mortales quienes ejerzan la medicina en este santuario, sino una legión de médicos especialistas cubanos, semidioses en batas blancas enviados desde la isla de la utopía socialista para redimir a los pobladores de sus dolencias terrenales.

Desde el éter cibernético, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, sumo pontífice local del partido en el poder, proclamó las maravillas de este nuevo coliseo sanitario. Con la solemnidad de quien anuncia un milagro, enumeró las 56 camas —cada una más digna que la anterior— y el elenco estelar de especialistas: cirujanos, ginecólogos, oftalmólogos y hasta inmunólogos, todos dispuestos a batallar contra los virus y la desidia en este rincón olvidado de la patria. “Un aplauso a ellos, a ellas“, coreó, en un espasmo de gratitud internacionalista.

La ofrenda para este prodigio asciende a la modesta suma de 329 millones de pesos, una limosna que el pueblo mexicano deposita con devoción en el altar del progreso. El gobernador, con lágrimas virtuales en los ojos, no tuvo reparos en extender su pleitesía a la máxima mandataria, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, asegurándole el apoyo inquebrantable de Michoacán, un feudo de lealtad absoluta.

Por su parte, Alejandro Svarch Pérez, gran maestre del IMSS Bienestar, coronó la ceremonia declarando el nosocomio como un “hospital digno“, un epíteto que, por su repetición, amenaza con vaciarse de significado. Con 15 consultorios, quirófanos y una farmacia con abasto celestial superior al 95%, el recinto no es un simple centro de salud, sino un símbolo de justicia, una afrenta contra la inequidad que por siglos ha azotado a la región.

La inversión, que redondea con elegancia los 330 millones de pesos, está destinada a salvar el cuerpo y el alma de más de 50 mil personas, en su mayoría población indígena que, por fin, después de siglos de abandono, verá por primera vez en la historia de Maruata a un geriatra o a un traumatólogo. Cincuenta y cinco enfermeras, tres radiólogos y dos odontólogos completan este ejército de la salud, una fuerza de tarea humanitaria que sugiere, sin decirlo, que el milagro no era imposible, solo required de la voluntad política adecuada y de un presupuesto lo suficientemente fotogénico.

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio