El feminicidio de Ivón y la justicia que nunca llegó

En el macabro espectáculo del feminicidio de Ivón Maricela López, al menos seis cómplices de la impunidad habrían participado, según evidencias que las autoridades, en su infinita eficiencia burocrática, han decidido archivar con la misma premura con que se olvidan los nombres de las víctimas. Maricela Rosendo, madre de la fallecida, clama ante un sistema que parece diseñado para proteger a los victimarios y castigar a quienes exigen respuestas.

Las pruebas presentadas por la familia fueron recibidas con el entusiasmo de un funcionario ante una solicitud de transparencia: archivadas sin revisión. Mientras tanto, dos mujeres —meras figurantes en esta tragedia— fueron detenidas, como si con eso el Estado cumpliera su cuota de simulación. Agustín “N”, el dueño del inmueble donde se cometió el crimen, sigue tan libre como la corrupción que lo protege.

La necropsia reveló que Ivón fue degollada con saña, pero para el sistema judicial, su muerte es solo otro expediente polvoriento. Los vecinos, esos testigos mudos que escucharon sus gritos, ahora son parte del paisaje urbano indiferente. Mientras tanto, su hijo de siete años aprende una lección temprana: en este país, la justicia es un cuento que no termina bien.

El caso de Ivón es otro capítulo grotesco en la saga de feminicidios que México prefiere ignorar. Las autoridades, expertas en teatro jurídico, prometen investigar mientras las familias esperan entre lágrimas. ¿Cuántas Ivón más harán falta para que el Estado deje de ser cómplice?