El gas LP entra en el reino de la distribución quimérica
En un sublime ejercicio de ingeniería social experimental, la industria gasera ha anunciado la implementación del Programa de Racionamiento Voluntario No Forzoso en cinco entidades federativas, donde la población aprenderá el valor espiritual de cocinar con leña mientras aguarda la llegada del combustible prometido.
La brillante estrategia de Petróleos Mexicanos, nuestra siempre eficiente empresa petrolera nacional, consiste en transformar la distribución de gas en una emocionante búsqueda del tesoro donde los distribuidores deben peregrinar entre terminales fantasma, enfrentando bloqueos viales como si fueran dragones mitológicos.
El nuevo deporte nacional: la cola gasera
No es desabasto, nos aclaran los sumos sacerdotes del energético, sino un ejercicio de austeridad republicana donde las amas de casa desarrollarán habilidades de cazadoras-recolectoras mientras los comisionistas practican meditación trascendental en filas de ocho horas.
El Gremio Gasero Nacional, en un arrebato de pesimismo burgués, se atreve a sugerir que esta logística creativa podría desencadenar algo que ellos llaman “desabasto”, concepto claramente capitalista que no comprende la belleza de la planificación centralizada espontánea.
La revolución tecnológica del QR
Mientras la población aprende a calcular cuántas velas equivalen a un kilogramo de gas, nuestras autoridades implementan la solución definitiva: códigos QR que permitirán rastrear digitalmente la ausencia del producto.
La visión gubernamental es clara: ¿para qué almacenar quince días de combustible cuando podemos almacenar quince aplicaciones móviles que te indicarán dónde no encontrarás gas?
En este nuevo paradigma energético, el ciudadano mexicano descubrirá que la verdadera riqueza no está en el contenido del cilindro, sino en la esperanza filosófica de que quizás mañana llegue el gasero. O quizás no. La incertidumbre, al fin y al cabo, construye carácter nacional.
