El glorioso advenimiento de la vacuna prometida por la burocracia

En un alarde de eficiencia que dejó atónito al mismísimo invierno, el Excelentísimo Secretario de Salud, David Kershenobich, proclamó desde su púlpito matutino que el arcano biológico contra el Virus Sincitial Respiratorio “muy pronto” iluminará nuestras tierras. No se trata de un milagro, sino del fruto de una titánica batalla administrativa.

La epopeya de la aprobación, un trámite heroico

El funcionario, con la solemnidad de quien anuncia el descubrimiento de un nuevo elemento, detalló que el preciado elixir ha recibido el bendito sello de la Cofepris, esa infalible Santa Inquisición de los fármacos. “Esta vacuna es crucial”, declaró, “tanto para las mujeres encinta como para apaciguar los brotes invernales, esos insolentes rebeldes que osan desafiar al calendario. La Cofepris, en su infinita sabiduría, la ha priorizado. Ahora nos sumergimos en el sublime proceso de adquirirla”, explicó, describiendo lo que los mortales comunes llaman “hacer una compra”.

El sublime misterio de decidir quién la merece

Con la precisión de un oráculo deliberando, el Secretario aclaró que, una vez el tesoro esté físicamente entre nosotros, comenzará la fase más compleja: decidir quiénes son los agraciados sujetos de la vacuna. “Solo resta precisar bajo qué circunstancias se indica este específico brebaje”, musitó. “Monitoreamos constantemente las enfermedades respiratorias, como augures leyendo entrañas, para que en su momento —un momento que nosotros determinaremos— haya una indicación precisa. Particularmente para la población de ancianos, esos seres permanentemente expuestos a cosas como ‘el aire’ o ‘la existencia’. El otro aspecto, igual de trivial, es que durante la gestación se puede aplicar entre las semanas 32 y 36″, agregó, haciendo que un proceso biológico sonara a una ventana de entrega de paquetería de lujo.

La inminencia perpetua, un estado de gracia

“Por lo tanto, estará muy pronto disponible en México”, insistió, clavando en el aire ese “muy pronto” que es el pariente cercano del “ahorita” y el “en un momento”, la trinidad temporal que sustenta la fe en las promesas públicas. “Ya pasó la aprobación de la Cofepris”, concluyó, como si ese fuera el fin del camino y no el meritorio primer paso de una carrera de obstáculos logísticos, presupuestarios y distributivos. El país, entre tanto, puede respirar tranquilo… o mejor dicho, puede seguir tosiendo con la esperanza de que la burocracia y el virus sincronicen sus relojes.

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