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El Gobierno federal registra marcas de símbolos y proyectos estratégicos

La administración protege legalmente símbolos nacionales y proyectos estratégicos, aunque genera dudas sobre su aplicación concreta.

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En mis años cubriendo la propiedad industrial, he aprendido que el registro de una marca nunca es un fin en sí mismo, sino el inicio de una estrategia. La reciente decisión del Gobierno federal de registrar denominaciones como Café Mexicano y Virgen de Guadalupe, detallada en el Primer Informe de Gobierno de Claudia Sheinbaum, me trae a la memoria otros esfuerzos similares que, sin una hoja de ruta clara, terminaron diluidos. La teoría dice que se registra para proteger; la práctica exige que se sepa para qué y cómo se va a usar. El 26 de mayo y el 4 de julio de 2025 se hicieron estos registros, respectivamente, pero la falta de explicación pública sobre su uso, especialmente en el caso de un símbolo religioso para un Estado laico, genera más interrogantes que certezas.

He visto proyectos bienintencionados naufragar por la descoordinación. Junto a estas marcas, el gobierno también protegió Olinia, nombre de la primera armadora de vehículos eléctricos ligeros desarrollados en México. Desde mi experiencia, el éxito de una iniciativa así no depende del nombre, sino de una cadena de suministro robusta y una política industrial coherente. De igual forma, el registro de Kutsari para el Centro Nacional de Diseño de Semiconductores es un primer paso loable. Sin embargo, el camino está lleno de baches: formar el talento especializado del que se habla lleva años, no meses, y competir en el sector de circuitos integrados exige inversiones masivas y una visión a largo plazo que trascienda los ciclos políticos.

Las cifras del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) muestran un crecimiento prometedor: un 4.6% más en títulos de invención y un 14.9% en patentes otorgadas a mexicanos entre octubre de 2024 y junio de 2025. Los números fríos siempre cuentan una parte de la historia, pero la verdadera prueba está en cuántas de esas patentes se comercializan y convierten en productos que generen valor real para la economía. He sido testigo de cómo muchos inventos se quedan en el papel por falta de capital o de vinculación con la industria.

Finalmente, la publicación de las reglas de uso para las marcas de certificación HECHO EN MÉXICO y MADE IN MEXICO en febrero de 2025 es, sin duda, el movimiento más estratégico. He aprendido que el valor de un sello así reside en su credibilidad y exigencia. Si los criterios para portarlo son débiles o su aplicación es inconsistente, se devalúa rápidamente y termina siendo un adorno más en el empaque. La colaboración con el sector privado y los gobiernos estatales es crucial, pero solo el tiempo y un escrutinio riguroso dirán si este proyecto logra realmente impulsar la manufactura nacional y los Corredores Económicos del Bienestar, o si se sumará a la lista de buenas intenciones con ejecución deficiente.

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