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Nacional

El gran circo de la regularización de viviendas en México

Un plan masivo busca resolver el caos heredado de créditos impagables y viviendas abandonadas.

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La mandataria observa con solemnidad mientras el director del Infonavit despliega cifras como un mago sacando conejos de un sombrero roto.

En un acto que mezcla el realismo mágico con la contabilidad creativa, el Gobierno de México anunció su último número de circo: regularizar 933 mil viviendas, muchas de las cuales parecen sacadas de un cuento kafkiano. Entre casas de 3×3 metros (ideal para contorsionistas), créditos diseñados por sádicos neoliberales y juicios masivos que harían llorar a Franz Kafka, el plan promete resolver décadas de desastre con la eficiencia de un burócrata ebrio.

La presidenta, en su rol de equilibrista político, explicó con solemnidad que “no se le quitará la casa a nadie”, excepto, claro, a aquellos que no sean lo suficientemente vulnerables, o que no pasen el examen de lágrimas del censo. “Si la vivienda es inhabitable pero hay alguien dentro, lo convertiremos en inquilino social. Si está vacía, la pintaremos de colores y la llamaremos ‘oportunidad’”, declaró entre sonrisas, mientras los servidores de la nación —un ejército de 1,632 funcionarios— recorren el país como cazafantasmas inmobiliarios.

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Octavio Romero Oropeza, director del Infonavit y narrador de esta tragicomedia, detalló que las “malas prácticas neoliberales” dejaron un legado de créditos impagables, casas en medio de la nada y despachos legales que harían parecer honesto a un ladrón de carteras. “Pero no teman”, aseguró, “ahora congelaremos deudas, reduciremos intereses y, si todo falla, inventaremos nuevos términos como ‘arrendamiento social con opción a compra’”.

Mientras tanto, la secretaria de Bienestar anunció con orgullo que el programa generará 9.6 millones de empleos directos (incluyendo, presumiblemente, a los que pintan números en las casas censadas) y beneficiará a 13.1 millones de personas, siempre y cuando no pregunten cuántas de esas viviendas tienen techo.

En un giro final digno de telenovela, se reveló que 4 millones de créditos han sido “congelados” (término técnico para “pospuesto hasta después de las elecciones”), mientras que 11 empresas constructoras ya frotan las manos con 21 proyectos nuevos. “Porque nada soluciona un problema de vivienda como construir más casas en medio del desierto”, concluyó un asistente, antes de que lo sacaran del auditorio.

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Así, entre cifras infladas, promesas recicladas y un censo que avanza a paso de tortuga burocrática, México se prepara para su próxima gran obra: ¿Regularización o ilusión óptica? El público, mientras tanto, sigue esperando el final feliz.

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