XALAPA, Ver.- En un sublime y repetido ritual de la democracia moderna, el último día del año calendario será testigo de la solemne y jurídicamente vinculante ceremonia en la que 212 nuevos satélites del poder municipales en Veracruz ascenderán a sus órbitas. Prometerán, con mano en el pecho y la otra en un texto legal que pocos han leído completo, gobernar para el pueblo a partir del primer segundo del año nuevo, justo cuando los relojes marquen el fin de la resaca colectiva.
El Reparto del Botín Territorial: Una Coreografía Perfecta
Tras el simulacro de escrutinio del pasado junio, una legión de presidentes, síndicos y regidores —títulos que evocan una pompa republicana admirable— se prestarán al acto sacramental ante sus respectivos Consejos de Ancianos locales. El panorama, pintado con los colores de la geometría del poder, muestra el rojo dominante del partido oficialista, seguido de cerca por el naranja estridente de la fuerza “ciudadana”, en una danza donde la ideología es, con frecuencia, un accesorio intercambiable.
La Gran Administradora Estatal, Rocío Nahle García, y una comitiva de sumos sacerdotes partidistas han anunciado con beneplácito que honrarán con su presencia la transmutación de simples candidatos en autoridades constituidas. Su presencia, por supuesto, es un acto de pura camaradería y no, en absoluto, una reafirmación pública de lealtades y una inspección de las nuevas piezas en el tablero.
Según el oráculo electoral y tras el exhaustivo ritual de los “recursos de inconformidad” (ese eufemismo para la guerra legal por los despojos), la alianza sagrada entre Morena y el Partido Verde Ecologista de México —este último, paradigma de la defensa ambiental que misteriosamente florece en el asfalto político— controlará 72 feudos municipales. Una demostración conmovedora de cómo los principios verdes pueden fructificar en suelo político fértil.
La Peregrinación de los Líderes: Bendiciendo los Nuevos Reinos
La mandataria ha señalado que consagrará con su aura ciudades clave: desde la petrolera Coatzacoalcos hasta la culta Xalapa, el histórico puerto de Veracruz y la industrial Poza Rica. Cada aparición, un recordatorio tácito de dónde reside la fuente última del favor.
Mientras, Movimiento Ciudadano, la segunda fuerza en este cosmos, se alzará con 39 plazas. Su joven caudillo nacional, Jorge Álvarez Máynez, realizará su propia gira de inauguraciones, bendiciendo localidades como Misantla y Puente Nacional, probando que la “ciudadanía” también se organiza en estructuras piramidales con líderes que viajan en caravana.
El Partido Acción Nacional, ese pilar de la alternancia que ahora sabe lo que es el desierto, se aferrará a 34 alcaldías. Se rumorea que su máximo dirigente bajará del Olimpo para acompañar, al menos, a la nueva regidora de Boca del Río, MaryJose Gamboa, un bastión turístico demasiado jugoso como para dejarlo sin la foto protocolaria.
En un giro tragicómico, el Partido Revolucionario Institucional, antaño dueño absoluto del sol y la luna en Veracruz, se contentará con 24 misericordias municipales, en lo que los cronistas ya registran como su ocaso épico. El Partido del Trabajo, por su parte, tras divorciarse de sus antiguos compañeros de ruta, gobierna 30, demostrando que en política el trabajo más duro a veces es mantenerse a flote solo. El PVEM, en un arranque de independencia ecológica, gobernará 12 por sus propios medios. Y, como rareza estadística para el museo de las curiosidades democráticas, habrá un alcalde independiente, un unicornio político navegando en un océano de siglas.
Epílogo: La Volatilidad Divina del Poder
No obstante, en este mundo de certezas absolutas, una sombra de duda divina se cierne. Horas antes del juramento, los augures supremos del Tribunal Electoral —vestidos con togas, no con túnicas— podrían, con un fallo, transmutar la suerte de algún municipio. Es el recordatorio final de que en el gran teatro de la democracia, el guión puede ser reescrito en el último momento por unos jueces, asegurando que el espectáculo, con su mezcla de solemnidad, cálculo y absurdo, nunca pierda su capacidad de asombrar.
