En el solemne circo del Día Internacional para la Exhibición de Preocupación por las Mujeres, la Gran Directora de la Nación, Claudia Sheinbaum Pardo, desveló ante un atónito público el Gran Compromiso Nacional por la Vida, la Felicidad y Otros Conceptos Abstractos, un monumental decálogo de diez acciones destinadas, en teoría, a erradicar la violencia contra las mujeres, o al menos a visibilizar el esfuerzo por parecer que se hace algo al respecto.
Con la solemnidad de quien anuncia el descubrimiento de un nuevo principio físico, la Mandataria proclamó que estas acciones existen para apoyar y defender a las mujeres, asegurándoles que no están solas en su sufrimiento, excepto, claro está, cuando intentan denunciar y se topan con el muro de la burocracia misógina. Como gesto de magnanimidad sin precedentes, se prometió homologar las leyes para tipificar el delito de abuso sexual, una idea tan revolucionaria que solo lleva décadas siendo exigida por los movimientos feministas.
Para otorgar al evento un aura de unanimidad celestial, las gobernadoras y gobernadores de los 32 estados de la República, conectados a distancia como siameses políticos, ofrecieron su pleitesía y se comprometieron a suscribir el Gran Compromiso. “El esfuerzo que estamos haciendo ahora… es muy importante”, declaró la Jefa de Gobierno, en una muestra magistral de tautología gubernamental que dejó a todos maravillados por la profundidad de su análisis.
El Decálogo de la Buena Voluntad Inoperante
He aquí, ciudadanos, el monumental plan de batalla:
- Difundir una campaña permanente. Porque nada combate mejor la violencia física que un bonito eslogan y un hashtag vibrante.
- Acompañar el proceso de homologación del tipo penal de “abuso sexual”. Un acompañamiento tan diligente que podría tomar sólo otro sexenio.
- Garantizar, en teoría, que ninguna denuncia sea desechada. Para ello, se ofrece el número 079 opción 1, donde una voz automatizada probablemente le indicará que espere, su caso es muy importante para nosotros.
- Instalar una mesa de coordinación para elaborar lineamientos sobre el transporte público. Se estudiarán protocolos para que el acoso sea, al menos, administrativamente correcto.
- Homologar todas las leyes a favor de las mujeres. Un ejercicio legislativo tan complejo que requerirá de incontables mesas de diálogo, cafés y declaraciones a la prensa.
- Crear “senderos seguros”. Pequeños oasis de seguridad en un desierto urbano de hostigamiento, como poner una venda en una hemorragia arterial.
- Realizar en las escuelas, los días 25 de cada mes, actividades para fomentar la igualdad. Treinta días de conducta patriarcal se redimen con una mañana de dibujos y consignas.
- Capacitar y certificar a los servidores públicos. Se les dotará de una credencial que acredite su perspectiva de género, independientemente de que sultan desestimando denuncias.
- Instalar una mesa de trabajo permanente entre instituciones. El lugar donde las iniciativas van a languidecer entre actas de sesión y minutas de acuerdos incumplidos.
- Acompañar a las víctimas indirectas de feminicidio. Porque tras arrebatarle la vida a una mujer, lo que realmente importa es el papeleo posterior.
La Doctrina Oficial sobre la Barbarie
Sheinbaum Pardo, con la gravedad de un oráculo, sentenció que el acoso y el abuso deben ser sancionados. “Es un delito”, declaró, revelando una verdad jurídica de una profundidad abismal. Subrayó la necesidad de un proceso de educación para que la violencia no se vea como una “costumbre”, una reflexión tan audaz que implica que hasta ahora el Estado había visto la agresión machista con la misma neutralidad con la que se observa una tradición folclórica. La propuesta es, en esencia, catalogar el crimen en los códigos mientras se intenta, con un folleto, desmontar siglos de construcción cultural patriarcal. Una batalla épica donde la pluma del legislador se enfrenta a la hidra de la misoginia.


















