En el vasto y surrealista reino de los bienes raíces mexicanos, se ha consagrado una estadística digna de los más absurdos dramas kafkianos: un mísero 10% de la cartera vencida y las propiedades en litigio puede ser rescatada del pantano legal, mientras el glorioso 90% restante se ofrece en bandeja de plata a la creatividad de los artistas del fraude inmobiliario. He aquí el paraíso terrenal para ilusionistas y tramitólogos.
Miguel Álvarez del Castillo, sumo sacerdote de la plataforma Rematika, desveló con solemnidad el intricado ritual para resucitar un crédito muerto. “Examinamos catorce puntos sagrados”, proclamó, “especialmente en qué laberínticos términos jurídicos yace el crédito hipotecario no pagado, las escrituras que nadie lee, el dinero que se le prestó al que no tenía y al que sí tenía, los intereses moratorios que crecen como la hiedra…”. Un proceso tan eficiente que garantiza que solo una de cada diez propiedades escape del agujero negro burocrático, dejando el resto como banquete para los buitres especializados en estafas piramidales de ladrillo y papel sellado. ¡Larga vida al mercado inmobiliario mexicano, donde el riesgo es solo para el que paga!