El gran teatro de los subsidios eléctricos en México

El Sublime Arte de Subsidiar lo Evidente

En un acto de generosidad sin precedentes, la Comisión Federal de Electricidad ha decidido regresar al pueblo mexicano la modesta cantidad de 84 mil 805 millones de pesos que, por un inexplicable error contable, habían terminado en sus arcas. La directora Emilia Esther Calleja Alor, con la solemnidad de quien anuncia el descubrimiento de la penicilina, compareció ante los diputados para revelar esta hazaña financiera.

Foto: El Universal.

La Milagrosa Reducción que No Es Tal

En lo que los economistas ya denominan “el milagro mexicano”, la funcionaria explicó que este monumental desembolso ha conseguido el prodigio de reducir las facturas eléctricas en un 47%. Es decir, los ciudadanos pagan aproximadamente la mitad de lo que deberían pagar, como si en un restaurante de lujo nos cobraran solo la mitad del platillo y el gobierno pagara el resto con el dinero que previamente nos había cobrado en impuestos. ¡Qué eficiencia más conmovedora!

La Estabilidad Tarifaria como Acto de Fe

“Establecimos un plan de mejora continua para tener una estabilidad tarifaria“, declaró la directora con la convicción de quien anuncia que el agua moja. Lo notable no es que una empresa estatal cumpla con su función básica, sino que esto se considere un logro revolucionario. La CFE, en un alarde de resistencia heroica, ha decidido no trasladar el aumento de los combustibles a los usuarios, como si fuera una opción y no su razón de existir.

El Misterioso Descenso de los Apagones

En otra demostración de maestría estadística, la empresa celebró haber reducido los apagones (o “interrupciones al servicio”, como les gusta llamar a los blackouts con corbata) en un 7%. Solo 3,247 apagones menos que el año anterior. Uno casi puede imaginar a los técnicos contando con ábacos cada vez que se va la luz, mientras la directora promete que las tarifas no superarán la inflación, como si esto fuera una concesión magnánima y no el mínimo esperable.

El margen de reserva ha pasado del 11% al 14%, lo que en lenguaje llano significa que ahora tienen capacidad para evitar colapsos en el 14% de las emergencias, un logro que cualquier empresa privada anunciaría con vergüenza, pero que aquí se presenta como epopeya nacional.

Así funciona el gran cirio de los subsidios: mientras el contribuyente paga dos veces (una en impuestos y otra en recibos “reducidos”), la burocracia se regodea en estadísticas que pretenden ocultar la verdadera tragedia: un sistema energético que necesita subsidios monumentales para funcionar medianamente bien se presenta como ejemplo de eficiencia. Jonathan Swift, envíanos un signo desde el más allá.

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