El hospital modelo que opera con curitas y milagros

En un alarde de eficiencia posapocalíptica, el Hospital General de México ha implementado un revolucionario modelo donde los guantes de látex son artículos de colección y las jeringas se reutilizan con creatividad renacentista. Los galenos, convertidos en macGyvers médicos, improvisan catéteres con pajitas y suturan con hilo dental.

Las mantas colgadas en la Torre Quirúrgica podrían confundirse con arte conceptual: Trabajamos bajo protesta (traducción: operamos con fe y un crucifijo). El Comité Ejecutivo Seccional 14 denuncia que las jornadas de 240 horas seguidas permiten a los enfermeros fusionarse místicamente con los camillas.

«La administración ha descubierto que multiplicar pacientes y dividir recursos genera empleados multitarea: el cardiólogo hace de anestesista, el intendente de cirujano, y el director juega al SimCity con vidas humanas»

El departamento de Cardiología funciona como spa holístico: sin anticoagulantes, los pacientes aprenden meditación trascendental. La farmacia exhibe el eslogan Traiga su propio ibuprofeno, mientras en quirófano se estrena el protocolo DIY (Do It Yourself).

Este experimento social demuestra que la salud pública puede ser el reality show más cruel: donde los concursantes (pacientes) y el personal (mártires) compiten por ver quién sobrevive más episodios. Todo un éxito administrativo en la era de la austeridad creativa.