El huachicol crece 29% en estados centrales pese a operativos

¿Qué pasaría si el huachicol no fuera solo un delito, sino un síntoma de un sistema energético fracturado? Los datos revelan una paradoja inquietante: mientras las autoridades intensifican operativos contra el robo de hidrocarburos en el centro de México, las denuncias aumentaron un 29% en 2025. Hidalgo, Querétaro, CDMX y Estado de México promedian ahora 181.5 casos mensuales, equivalentes a seis denuncias diarias.

Este fenómeno podría interpretarse como un efecto globo: al presionar un punto, el problema resurge con mayor fuerza en otro. Querétaro ejemplifica esta tendencia con un aumento del 53% en robos, especialmente en corredores estratégicos como la autopista México-Querétaro, donde se vendían garrafas de combustible a plena vista de la Guardia Nacional.

La geografía del crimen se expande: desde Cuautepec en Hidalgo hasta Huehuetoca en Edomex, los ductos de Pemex sangran combustible. Pero ¿y si en lugar de solo reprimir, transformáramos este mercado negro? Países como Colombia implementaron con éxito programas de sustitución económica para cultivos ilícitos. ¿Podría aplicarse un modelo similar para los huachicoleros, convirtiéndolos en guardianes legales de la infraestructura energética?

Los números no mienten:

• Hidalgo: +28% (59 casos/mes)
• CDMX: +30% (10 casos/mes)
• Edomex: +21% (80.8 casos/mes)

Más alarmante aún es la conexión con grupos criminales. En Tabasco, el CJNG y La Barredora libran una guerra por el control del huachicol, mientras en Guanajuato la disputa entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima impulsó un aumento del 20% en robos.

Este escenario exige soluciones disruptivas: desde tecnología blockchain para rastrear combustibles hasta esquemas de participación comunitaria en la vigilancia. La pregunta clave: ¿estamos combatiendo las consecuencias en lugar de atacar las causas estructurales de este mercado paralelo que mueve millones?

Los datos comparativos enero-mayo muestran una realidad contundente:

Mientras persista la brecha entre oferta legal y demanda insatisfecha de combustibles accesibles, el huachicol seguirá siendo un negocio irresistible. La solución podría estar no en más fuerza, sino en reinventar radicalmente el modelo de distribución energética.