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El IMSS descubre que los repartidores existen y les ofrece migajas de seguridad social

La era digital llega al IMSS con un ejército de repartidores, pero ¿realmente están protegidos?

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CIUDAD DE MÉXICO.- En un acto de generosidad sin precedentes, las megacorporaciones digitales han decidido fingir que sus esclavos algorítmicos son humanos y los han registrado en el IMSS. Alejandro Salafranca, titular de la Unidad de Trabajo Digital (sí, ese departamento que nadie sabía que existía), anunció con bombo y platillo que 350 mil repartidores ya pueden morir en paz, sabiendo que al menos tendrán una pensión de hambre si un automovilista los atropella durante su jornada laboral.

El programa piloto, que suena más a experimento social distópico, pretende alcanzar la cifra redonda de 500 mil trabajadores registrados. Porque en este país, lo importante no es la calidad de la protección, sino que los números cuadren en los informes burocráticos. Las plataformas Rappi, Uber y hasta Mercado Libre (que repentinamente descubrió que sus repartidores no son drones) lideran esta caridad digital, mientras Didi avanza a paso de tortuga, probablemente esperando a ver si el gobierno se olvida del tema en tres meses.

Lo más hilarante del discurso oficial es la obsesión con el salario mínimo, ese concepto místico que solo el 12% de estos trabajadores alcanzará según cálculos optimistas. “¡Miren qué modernos somos!”, parece gritar el funcionario, mientras explica que los repartidores en bicicleta —los mártires del asfalto— tendrán derecho a contar el 88% de sus ingresos, porque el resto se evapora en impuestos y costos tecnológicos (léase: el yate del CEO).

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Y así, entre porcentajes creativos y promesas de protección social que suenan a placebo, el IMSS se sube al tren de la economía de plataformas. Eso sí: si usted es repartidor y sueña con una vivienda digna gracias al Infonavit, mejor siga soñando. A menos que pueda comprar una casa con el 64% de un salario mínimo (para conductores de auto) o el 70% (si va en moto). Eso sí, caminantes: a ustedes ni les cuento.

En resumen: el gobierno acaba de descubrir que los trabajadores invisibles existen, y en lugar de darles derechos, les ha dado un certificado de participación. ¡Bienvenidos al siglo XXI, donde la innovación significa que ahora puedes morir asegurado!

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